No es del todo bienvenido en la Fórmula 1. Esa es la razón por la cual recién hace su presentación formal en la temporada 2025, en este cuarto Grand Prix del año, en Bahrein, un mes después del inicio del torneo. Mohammed Ben Sulayem, el presidente de la FIA, resistido en el paddock, jugará de local en el Golfo Pérsico, pero parece que, si pudiera elegir, no iría. Afrontará dos batallas este fin de semana, una de las cuales ya tiene prácticamente perdida. En la otra, la del Pacto de la Concordia, es esencial para los intereses de su institución que al menos salga empatado.
Fue Ben Sulayem el que lanzó en público la propuesta del regreso a los motores V10. Eso ocurrió después de la silbatina que la FIA recibió en la presentación de la temporada, el 18 de febrero en Londres. En las sombras, un aliado inesperado –Bernie Ecclestone– había promovido la posibilidad entre los jefes de equipo, con la complicidad de Christian Horner, el team principal de RedBull.
En la previa del GP de Bahrein se llevará a cabo la primera reunión formal por el tema: Ben Sulayem y los fabricantes de motores. Las versiones indican que tanto Red Bull como Ferrari son favorables a dar ese paso; Mercedes no está tan convencido, mientras Audi y Honda se resisten. No hay mayoría. Y eso es fatal para el proyecto.
Habrá nuevas reglas para los motores a partir de 2026: la potencia se repartirá 50/50 entre el motor de combustión y el sistema híbrido. Ese reglamento tendrá vigencia hasta 2030. Pero Ben Sulayem pretende introducir los V10 tan pronto como 2028 o 2029. Y, para ello, necesita que haya cuatro votos a favor entre los cinco fabricantes registrados. Los sondeos indican que esos votos no están y que, por lo tanto, la idea no prosperará.
El presidente de la FIA podría imponer su propuesta con vigencia desde 2031, cuando venza el próximo reglamento. Para ello no necesita unanimidad. Pero el riesgo es infinito: ¿Qué ocurre si, en ese caso, los fabricantes abandonan en masa la F1? Sería un gravísimo paso en falso.
«Nuestra razón para volver a la F1 es la electrificación”, señaló en Japón Koji Watanabe, presidente de Honda Racing Corporation. Para Audi, “las nuevas reglas fueron un factor clave para nuestra entrada en la F1. Las reglas de las unidades de potencia reflejan los mismos avances tecnológicos que impulsan la innovación en nuestros autos de serie”.
Toto Wolff, el líder de Mercedes, había indicado que la compañía estaba interesada en los V10 siempre y cuando hubiera algún aspecto híbrido en la nueva reglamentación. Como el proyecto de Bin Sulayem (y Ecclestone) sólo supone el uso de combustibles sintéticos para los V10, sin siquiera turbocompresores, parece destinado a naufragar.
Esa es la batalla perdida. La que todavía pelea es la del Pacto de la Concordia. Entre otros detalles de importancia, el acuerdo entre la FIA y la Fórmula 1 determina el compromiso de los equipos para participar en el Mundial y la cantidad de dinero que la categoría transfiere anualmente a la máxima entidad por sus servicios.
Dada la enorme magnitud que ha tomado el Mundial de F1 respecto a los otros campeonatos de la FIA, como el WEC o el WRC, esa cifra es el ingreso más importante que recibe la institución.
Ben Sulayem asumió en diciembre de 2021 una organización con números en rojo. En los tres años que lleva presidiéndola, redujo el déficit casi a cero. Pero precisa más desahogo.
Los equipos ya se pusieron de acuerdo en Australia, en ocasión del primer GP del año. Ya saben cómo se repartirá el dinero a partir de 2026, cuando Cadillac se transforme en la escuadra número 11. También quedó establecido que la flamante incorporación pondrá en el pozo 450 millones de dólares que se distribuirán los actuales participantes.
Al cabo del torneo 2024, la F1 repartió 1.266 millones de dólares entre los 10 equipos. Aunque la mecánica del reparto está celosamente guardada, se presume que Ferrari recibió 250 millones, contra 209 de Mercedes, 185 de RedBull y 150 del campeón McLaren.
El único socio del Pacto de la Concordia que falta firmar es la FIA. ¿Estará de acuerdo Ben Sulayem con el trato que le propone la F1? ¿Qué margen de maniobra posee? ¿El dirigente árabe se contentará con una cifra que le sirva para encauzar sus cuentas o pretenderá algo más en función de sus aspiraciones políticas?
Este es año electoral y, hasta ahora, no hay candidato opositor. En caso de que lo hubiese, esa sería la tercera batalla del presidente.