Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Como buen pragmático, sin dejarla de lado, Max Verstappen se aferra más a la realidad y, por eso, a medida que avanzan las carreras y no se acerca con los numero deseados a la cima de las posiciones, se debilitan sus ilusiones de un quinto título mundial consecutivo.
Ganar en Singapur era un objetivo clave en esta persecución de Max a los pilotos de McLaren, el líder Oscar Piastri y su escolta Lando Norris. No ganó, pero al menos el segundo puesto, detrás del veloz Mercedes Benz de George Russell, le permitió quedar por encima de los papayas. No era lo deseado, pero le posibilitaron descontar apenas unos puntitos, y no los puntos que necesitaba, a los McLaren boys.
Ahora con 174 puntos en juego en las seis fechas restantes, Max quedó con sus 273 puntos a 63 de Piastri (336) y 41 de Norris (314).
«No fue malo el resultado de Singapur pero tendríamos que haber ganado», lamentó Max, sobre ese triunfo que no fue y que, de haberse concretado, hubiese tenido , además del mayor beneficio en los puntos, el valor psicológico de imponer una mayor presión, recordando que hubiera sido el tercer triunfo consecutivo de Verstappen.
«Hay que dominar y no lo hicimos en el fin de semana de Singapur. Por eso no acortamos la diferencia como necesitábamos», insistió Max, que encima está sólo en esta lucha, ya que no tiene en su compañero Yuki Tsunoda, el aliado para quitarle puntos a sus rivales. Luego de dos buenas actuaciones en Monza y Bakú, en Singapur el japonés volvió a las andadas y terminó decimosegundo. Sus días en el equipo están contados, y el futuro lo acerca a Aston Martin, donde llegará como piloto de reserva junto con el desembarco de los motores Honda.
Mientras tanto, Verstappen debe encarar sólo, pero empujado de su talento conductivo, la empinada cuesta que lo separa de su quinto título. Un camino que no permite el menor error o caída, algo que ha llevado a Max a no descartar la posibilidad, pero verla cada vez más complicada. «Max hizo muchas hazañas y es capaz de una más», lo aliente Helmut Marko, el asesor deportivo de Red Bull.
Max no lo contradice, pero, por las dudas, prepara la toalla.