El Mundial 2007 de la Fórmula 1 llevaba disputadas 9 fechas hacia el mes de julio y, como otras veces, Ferrari (Kimi Raikkonen y Felipe Massa) luchaba por las coronas de pilotos y de constructores, esta vez con McLaren (Fernando Alonso y Lewis Hamilton) como principal oponente.
Lejos de las performances de esas escuadras, otros equipos sólo peleaban por salir del fondo y tratar, con fortuna, de conseguir algún punto para mejorar sus campañas. El novel team Spyker, además de ser, a esa altura, el único que aún no se había acreditado ni una sola unidad en el torneo, sufrió otro problema: uno de sus pilotos, el neerlandés Christijan Albers (el otro era Adrian Sutil), se quedó sin apoyo económico para la siguiente carrera y, por ello, fue despojado de su butaca con miras a la fecha venidera, el GP de Europa, a realizarse en Nurburgring, Alemania.
¿A quién recurrir? Los tiempos apremiaban y en Spyker no había tiempo para largas negociaciones con alguien que aportara el dinero que, por esos días, la escudería necesitaba como el agua. Habida cuenta de que se corría en tierras germanas y que ya había sido probador del equipo cuando éste aún se llamaba Midland, el alemán Markus Winkelhock fue el elegido. Markus no era un improvisado. Participaba del campeonato de DTM y portaba un apellido conocido para el público local: su padre Manfred y su tío Joachim habían sido figuras de su nación en la década del ’80. Además, era un personaje querido por todo el ambiente.
Sin oportunidad de prueba previa alguna, el sábado Markus logró el 22° y último registro para tomar parte de la competencia del domingo 22 de julio. La grilla se estableció bajo amenazadores nubarrones que los pilotos desestimaron, apostando a que la lluvia pasaría de largo, por lo que salieron todos con neumáticos para piso seco. Sin nada que perder, Markus miró el cielo varias veces y pidió que le calzaran gomas para lluvia. Estaba en lo cierto: al cabo de la vuelta previa se desató un chaparrón descomunal que, en cuestión de minutos, empapó el trazado. Mientras algunos largaban como podían y otros le apuntaban presurosos a los boxes para buscar caucho acanalado, nuestro personaje pasó como una exhalación y superó a todos hasta situarse en la punta de la carrera.
En seis vueltas, el inesperado puntero había hecho una amplia diferencia sobre Massa y Alonso, hasta que ingresó el Auto de Seguridad y esa ventaja se redujo a nada. Y, aunque cuando se volvió a la velocidad libre Markus comenzó a perder lugares y cayó al 16° puesto antes de abandonar por problemas de hidráulica, ya se había ganado la ovación de sus compatriotas.
En los siguientes días, Spyker contrató al japonés Sakon Yamamoto para el resto del año, gracias a un buen aporte de dinero del nipón, que aliviaba las arcas de la factoría y ya no hubo lugar para Markus. Igual, no puede quejarse: completó sólo 13 giros en la Fórmula 1 y casi la mitad de ellos los recorrió como líder. ¿Cuántos pueden decir lo mismo?