Líder por un día, pero campeón

Hubo un campeón del mundo que en toda su campaña deportiva en la F1 tan sólo una vez estuvo al frente de las posiciones del Mundial. Fue, obviamente, el día en el que ganó la corona. Ello generó un caso único en la historia, ya que se consagraron varios monarcas con palmarés más modestos, pero todos, al menos una vez en sus vidas, llegaron como punteros del torneo a algún GP.

Para ganar una carrera, alcanza tan sólo con llegar primero a la bandera de cuadros. La ley primera del automovilismo deportivo puede extenderse a todo un campeonato: para ganarlo, no hace falta dominarlo desde el principio ni desde la mitad ni tampoco desde la fecha anterior a la de la definición. Cuando buscamos graficar en la memoria estas circunstancias, se recuerdan casos de campeones que sobre el mismísimo final del torneo revirtieron las cosas por distintas circunstancias, como por ejemplo la consagración del norteamericano Phil Hill en 1961. El inesperado desenlace de la muerte de su compañero en Ferrari, el germano Wolfgang Von Trips en el GP de Italia (penúltima fecha de aquel torneo), lo dejó como líder del certamen de cara a la definición en su país con una unidad de ventaja sobre su infortunado coequipier. O el título logrado en Australia ’86 por Alain Prost y su McLaren, “despojando” de esa casi segura corona a Nigel Mansell (Williams) en la competencia final. Claro que cada monarca que registra la historia, a su tiempo y forma, tuvo el liderazgo del torneo en algún momento de su campaña y fue a disputar el siguiente compromiso en condición de puntero. Bueno, no todos. La nómina de los laureados entre 1950 y nuestros días incluye a un piloto que sólo estuvo a la cabeza del campeonato el día de su consagración. Nunca antes ni después gozó de ese privilegio.

A pesar de ser una reconocida estrella de la F1, a la que llegó en 1973, el británico James Hunt jamás pudo encabezar el Mundial de Conductores. En 1976, año en el que este rubio “playboy” entró en la galería de reyes de la categoría, Niki Lauda ganó la carrera que abrió el certamen en Brasil y -muy a pesar de su accidente en Nurburgring que lo tuvo ausente de las pistas por dos fechas-, en ningún momento perdió la condición de líder. Así fue hasta el 15° y anteúltimo GP del año, en Watkins Glen, en el que quedó con 68 unidades contra 65 de Hunt. El resto, es historia conocida: el voluntario abandono del austriaco con su Ferrari en la prueba póstuma de Monte Fuji y el tercer lugar del hombre de McLaren bajo la lluvia, dio vuelta la historia por apenas un punto. Así, Hunt quedó a la cabeza de las posiciones, algo que no había experimentado en toda su carrera. Y aunque por su estilo de velocista implacable arriba del M23 siguió siendo muy competitivo al año siguiente (ganó tres carreras en 1977), ya no lograría situarse nunca más en la cima de una tabla general. Para quedar inmortalizado en el bronce, tampoco lo necesitó.

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