La conexión de Max Verstappen y Red Bull se remonta al Gran Premio de España de 2016, donde el neerlandés logró su primer podio, paradójicamente, en su primera carrera como piloto del equipo tras su ascenso desde Toro Rosso. Desde entonces, se formó una de las uniones más exitosas en la historia de la Fórmula 1.
El último fin de semana, en el Gran Premio de Emilia Romagna, Verstappen se subió a su Red Bull y ganó de manera contundente, igualando el registro de 116 podios con un mismo equipo que marcó Michael Schumacher como piloto de Ferrari, a pesar de que la leyenda alemana logró alcanzar dicho hito en 13 carreras menos que el neerlandés, quién tardó 193 Grandes Premios en conseguirlo.
El dominio de Lewis Hamilton durante sus 12 temporadas en Mercedes lo depositan en el primer lugar con 153 podios en 246 Grandes Premios. Sabemos que Verstappen acostumbra a romper récords, habrá que esperar si el tetracampeón mundial continúa como piloto de Red Bull durante los próximos años para batir otro hito, que, de ser así, no parecería tan lejano de alcanzar.
Múltiples fueron los rumores que indicaron que Verstappen no permanecería en el equipo de las bebidas energéticas después de esta temporada de no alcanzar un rendimiento que le permita competir con los McLaren. Sin embargo, el piloto neerlandés demostró en Imola que su RB21 respondió de manera positiva al paquete de mejoras que impulsó Red Bull en su carrera número 400 en la Fórmula 1 y aplastó a los de Woking de principio a fin.
37 podios separan a Verstappen del heptacampeón británico, actual piloto de Ferrari. El neerlandés se mostró feliz al contar con un monoplaza a la altura de pelear lo que resta de la actual campaña por el Campeonato de Constructores contra Oscar Piastri y Lando Norris. No solo se encienden las alarmas en Woking, sino que también para Hamilton, quien ve peligrar uno de sus más preciados récords.
