RED BULL NO PUEDE DETENER EL DESARROLLO DE SU RB21

Aunque los títulos de este año están perdidos, sobre todo el de Constructores, precisa darle a Max Verstappen una herramienta acorde para su GP local.

Tres victorias y un segundo lugar en las últimas cuatro ediciones de su Grand Prix local, el de los Países Bajos, es sin duda un carnet que llena de orgullo al campeón del mundo Max Verstappen. Ese orgullo puede transformarse en resignación si acepta que, en esta ocasión y como ya ocurrió en 2024, un McLaren o ambos pueden vencerlo delante de su gente.

Pero no habrá orgullo ni resignación, sino pura decepción si, delante de un Ejército Naranja que será mayoría entre los cien mil espectadores que pueblen Zandvoort el domingo, su equipo no hace algo para remediar el grueso problema que enfrenta Verstappen de cara al GP.

El circuito neerlandés es una pista de grado 4 de downforce, similar al del Red Bull Ring y un grado inferior al del Hungaroring; los ingenieros aceptan que en términos de carga aerodinámica, la puesta a punto ideal en el trazado lindero al Mar del Norte es una intermedia entre la de los dos circuitos citados.

En ambos circuitos, McLaren y Ferrari marcaron los mejores tiempos en clasificación, mientras que Verstappen lidió con una molesta, para su estilo, ida de trompa, generada, en especial en Hungría, por una constante falta de grip mecánico.

El campeón del mundo, lo sabemos, puede lidiar con muchas circunstancias adversas, de las que suele salir con una contagiosa carcajada radial. Pero si algo realmente lo pone de mal humor es la tendencia subvirante de su Red Bull RB21, que le impide aplicar como corresponde todo su talento al servicio de llevar el coche. Se siente inerme.

Casi la totalidad de los equipos ya han decidido hacer borrón y cuenta nueva con el 2025, congelando definitivamente los desarrollos para abocar recursos humanos y técnicos a preparar los problemáticos autos del 2026, bajo una nueva reglamentación que altera todos los parámetros de performance de un coche de F-1.

Las excepciones son pocas: Ferrari, que tiene que encontrarle una cura de compromiso al problema que experimentó en Hungría, una carrera que demostró que el SF25 es un proyecto malogrado.

La segunda excepción, desde ya, es Red Bull Racing, y no porque vaya a poder pelear el segundo o el tercer puesto entre los Constructores, roles que parecen ya propiedad de los italianos y de Mercedes.

La misión es tranquilizar a Verstappen, que no tiene hoy un coche en condiciones de pelear la victoria. Sí pole-positions, como en Silverstone, un circuito de baja carga que no induce, por lo visto, ida de trompa. Pero en Austria, el campeón quedó séptimo, a casi un segundo de la pole de Lando Norris, y en Hungría fue octavo, a medio segundo de Charles Leclerc.

No quiere repetir tan pálidas experiencias en su casa, así que Red Bull llevará este fin de semana a Zandvoort un upgrade para reducir esa tendencia que saca de las casillas a su piloto número 1. Serán, según fuentes cercanas al equipo, pequeños elementos relacionados con la distribución de la carga aerodinámica. ¿Más flaps en los endplates? ¿O aletas nuevas sobre la trompa? El DT Pierre Wache tiene la palabra.

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