A nadie escapa que, exceptuando al brillante Kimi Antonelli, el brasileño Gabriel Bortoleto cumplió la tarea más destacada de cualquier joven debutante en el reciente Grand Prix de Australia, apertura del Mundial 2025 de la Fórmula 1.
El campeón de la Fórmula 2 silenció de la mejor manera posible al dinosaurio austríaco que lleva el nombre de Helmut Marko, quien lo había catalogado de “Piloto Clase B”.
“Es un piloto muy inteligente, ganó la F3 pero con una sola victoria, parecido a lo que hizo en F2 cuando ganó solo dos carreras. Trae su auto a la llegada, es bueno en términos de conservación de neumáticos, pero no creo que tenga velocidad pura”, había dicho el asesor deportivo de RedBull.
Bortoleto respondió fuera de la pista (“nada de lo que yo pueda decir cambiará su opinión, pero sí puedo ir a la pista y probar que su argumento es fallido. Espero que con el tiempo admita que estaba equivocado y se arrepienta de lo que dijo”) y dentro de ella.
Superó la Q1, mientras Liam Lawson, la elección de Marko para la segunda butaca de RedBull, no lograba hacerlo; largó el GP en la 15° colocación, por delante de su compañero Nico Hulkenberg; y marchaba 13°, cerca de la zona de puntos, sufriendo toda la carrera con un problema en los frenos, cuando la carrera se acabó para él tras un despiste, luego de haber dejado una aceptable impresión.
Para redondear semejante actuación, Bortoleto se valió de dos chances de fuste:
Una. José Manuel López no es Pechito (José María) ni Cochito (Juan Manuel) López, sino un ingeniero español que viene en alza. En 2020 comenzó a trabajar en McLaren como ingeniero de performance en el coche de Lando Norris, y en algunas ocasiones fue su ingeniero de pista. Pero en 2024 le asignaron una tarea diferente: regir la academia de pilotos de la escuadra y, desde esa posición, comenzó a trabajar con uno de los más encumbrados pilotos de la academia, el joven Bortoleto. Sus consejos y el marco general de aprendizaje de la academia ayudaron al piloto de San Pablo a conquistar el título de F2.
Luego, se liberó la segunda butaca en Sauber, la última que quedaba para la F1 de 2025, y quienes manejan a Bortoleto arreglaron su salto, con la venia de McLaren. “Si yo fuera Sauber, ya lo habría firmado”, declaró por esos días Max Verstappen.
El movimiento tuvo un correlato: López abandonó la academia para radicarse en Suiza y operar como ingeniero de pista del coche del brasileño en Sauber. De manera que cuando Bortoleto, el debutante con menos kilómetros a bordo de un coche de F1 (menos de mil recorridos en Bahrein), salió a pista en el Albert Park, rebosaba confianza trabajando con un profesional estrechamente conocido.
Dos. El Sauber C45, que tan pocas virtudes mostró en las pruebas previas en Bahrein, era en realidad, un auto laboratorio, con la aerodinámica incompleta: el equipo no terminó de fabricar las mejores partes a tiempo para esas pruebas, pero sí llevó alerón y spoiler nuevos a Melbourne, que levantaron el rendimiento. Las suspensiones eran demasiado duras en Bahrein, y se pusieron a punto en el Albert Park. El C45 pegó un salto evidente de las pruebas a la carrera, siendo mucho más manejable, algo que Bortoleto pudo aprovechar y que su compañero Nico Hulkenberg capitalizó para arribar séptimo, por delante de la Ferrari de Charles Leclerc.
Con confianza en su radio y un auto mejorado en sus manos, Bortoleto dejó una gran impresión. «Su ritmo en carrera fue realmente bueno en algunos momentos. Su compromiso en la radio, su voluntad de obtener información y entender su situación, eso fue muy impresionante», afirmó el director técnico de la escuadra, James Key. «Quería saber mucho y también tenía problemas con los frenos. Pero lo manejó increíblemente bien y logró unos tiempos por vuelta realmente buenos. Tuvo un fin de semana bastante limpio en general, estuvo bien».
Es cierto que el despiste en Melbourne fue su responsabilidad: acababa de salir de pits con gomas intermedias y quería cazar a aquellos que todavía circulaban con slicks, como las Ferrari o el Racing Bulls de Yuki Tsunoda, cuando se montó al pianito de salida de la curva 12 y perdió el control de su coche. «No estoy orgulloso de cometer errores, por supuesto, pero tampoco estoy molesto por ello. Prefiero correr lo mejor posible en lugar de limitarme a dar vueltas para acabar último», aceptó Bortoleto.
En China volverá a tener la chance de argumentar una vez más las bondades de su condición conductiva a la vista de Helmut Marko.