Lewis Hamilton nunca se acostumbró a correr los Fórmula 1 de Efecto Suelo (2021-2025), tan propensos al understeer (ida de trompa), que tanto aborrece. Ya le ocurría con los mediocres Mercedes de la serie W13-W15; ese sentimiento de desagrado lo agravó la funesta SF25 de Ferrari, con tantos problemas aerodinámicos y, especialmente en el caso del inglés, con frenos Brembo que le resultaban completamente ajenos.
Por lo tanto, no es extraño que Hamilton haya concluido su peor temporada desde que debutó en la máxima categoría. Sin un triunfo en un Grand Prix (solo el Sprint de China), sin siquiera un podio, e incapacitado al final siquiera de poder poner sus neumáticos en la temperatura ideal de trabajo, con la consecuente seguidilla de cuatro eliminaciones en Q1 (tres GGPP y un Sprint). Pésimo.
Semejante malos momentos derivaron en una curiosa actitud del siete veces campeón del mundo: poner por escrito sus teorías sobre qué funciona mal en Ferrari y cómo poder componerlo.
«He presentado una serie de documentos a Ferrari, proponiendo una serie de cambios en el coche y el equipo, incluida la comunicación entre diferentes departamentos y la ejecución de los fines de semana de carrera». Así lo había revelado el propio Hamilton, en una conferencia de prensa FIA, en la previa del Grand Prix de Bélgica.
Ser el empleado mejor pago de Ferrari motivó a Hamilton a ser, también, muy aplicado. El primer documento fue elaborado tras las primeras carreras, luego de la desclasificación en el Grand Prix de China. El resto llegó después de los GGPP de Inglaterra, Bélgica y Singapur, sucesivamente.
Allí mismo, Hamilton aclaró su motivación: «Mi disposición a asumir un papel de liderazgo en Ferrari se debe a mi negativa a seguir los pasos de Sebastian Vettel y Fernando Alonso», señaló, en referencia a los dos campeones del mundo que nunca pudieron consagrarse con la marca italiana.
Si la iniciativa puede ser loable, no necesariamente ha sido bien tomada. Las versiones sugieren que los estratos medios de Maranello no recibieron bien esa serie de documentos. Esos niveles medios siguen considerando a Hamilton como un campeón de Mercedes, un outsider hecho en otra matriz, muy diferente al auténtico piloto Ferrari que tiene la casa.
Charles Leclerc, que fue desarrollado en la Academia Ferrari, que lleva siete temporadas con la Scuderia, que este año vapuleó a Hamilton (siete podios a cero, 242 a 156 puntos), es el piloto que los estamentos medios ven como propio. El Príncipe de Ferrari es uno de ellos. La arrogancia británica, presuntamente encerrada en esa serie de documentos con supuestas enseñanzas, puede haber causado buena impresión en la cúpula, pero ese acaso no sea un sentimiento unánime.
En las FP1 de Abu Dhabi, Arthur Leclerc probó un volante nuevo, construido según la recomendación de Hamilton, con una diferente distribución de perillas. Tanto el inglés como Leclerc lo utilizaron en las pruebas del 9 de diciembre, posteriores a la carrera.
«No he hablado en detalle con él sobre su situación en Ferrari», expresó en la semana Rubens Barrichello, el brasileño que fuera piloto de la marca entre 2000 y 2005. «Así que no puede realmente saber por qué sufrió tanto en 2025. Pero lo que puedo decir por mi propia experiencia en Ferrari es que Hamilton está bajo más presión y más vigilado que en cualquier otro equipo».
