El despido de Christian Horner parece una completa sorpresa, pero no lo es tanto: el Team Principal de Red Bull venía soportando fuego cruzado desde que, en febrero de 2024, estalló el escándalo que lo involucraba por presunto acoso a su asistente Fiona Hewitson. Acaso sorprende el momento, lo que sugiere ciertas posibilidades, dado que Red Bull no hizo públicas las razones de su determinación y, según el expiloto de F1 Martin Brundle, Horner le dijo que tampoco sabía por qué habían prescindido de sus servicios.
La primera especulación es que se ha tratado de una medida de urgencia para tratar de conservar a Max Verstappen. Cortejado por Mercedes, en conversaciones, el neerlandés necesitaría salirse de su contrato actual, que se extiende hasta 2028. Pero algunas versiones, como la de la publicación alemana Auto Motor und Sport, de lo más serio que existe en la F1, señalan que esa cláusula está muy cerca de activarse: sería dentro de dos carreras, a fines de julio, mientras RedBull no esté ubicado entre los tres primeros del certamen de Constructores, que es efectivamente lo que hoy sucede.
Sin embargo, la cadena de acontecimientos que siguieron al despido de Horner ,el anuncio de Laurent Mekies como su reemplazo y la promoción del ex Team Enstone Alan Permane en Racing Bulls, todo dentro de la esfera de Red Bull- sugiere que ha sido una medida que venía meditándose: no se arreglan ascensos tan importantes en cuestión de minutos.
En cualquier caso, la salida de Horner podría ser festejada por el Team Verstappen, conducido por Jos The Boss, el padre de Max, y Raymond Vermeulen, el manager del campeón mundial. Pero eso solamente se dará si el piloto ha decidido permanecer en la escuadra de Milton Keynes; en cualquier otro caso, no importa quién esté al comando de un equipo que se deja atrás.
Pocos tienen en cuenta otra posibilidad: que Horner estuviera negociando por su cuenta con otro equipo. En ese caso, Red Bull estaría castigando la “infidelidad” corporativa. No deja de resultar llamativo que Benedetto Vigna, el número 2 de Ferrari después de su presidente, John Elkann, haya visitado Silverstone para el reciente Grand Prix de Inglaterra y enfriado los rumores sobre la no continuidad del Team Principal del equipo de Maranello, Fred Vasseur. Tres días más tarde, Red Bull despide a Horner quien, si esta especulación es real, se queda sin pan y sin torta.
O no, porque Alpine sigue sin tener un Team Principal. Aunque es muy probable que, después de 20 años continuados en la primera línea de fuego, le sugieran un descanso prolongado a la espera de buenas ofertas.
En cualquier caso, la sensación generalizada es que la Era de Oro de Red Bull acabó. Esa era una presunción surgida tras el GP de Austria, cuando Verstappen no llegó siquiera a completar el primer giro y quedó demasiado lejos de los dos pilotos de McLaren, Oscar Piastri y Lando Norris, en el campeonato. Aquí se sugirió que el juego de Verstappen había acabado y que quizás arrancaba uno nuevo .
Curiosamente, esa falta reciente de resultados no solo acaba con la Era de Oro, sino que proporciona a Verstappen, eventualmente, su elegante salida contractual.
Esta decisión sobre Horner confirma esa presunción. La muerte en 2022 de Dietrich Mateschitz fue el disparador de una crisis que acaba con 20 años de gloria y laureles para el equipo del Hangar 7 de Salzburgo. La salida de Adrian Newey el año pasado, la de Horner ahora y el posible alejamiento de Verstappen en un futuro bajan piadosamente la cortina sobre esta etapa.
¿Será el anuncio de la despedida definitiva del Doctor Helmut Marko lo que viene a continuación? Al veterano asesor de Graz le queda contrato hasta el final de la temporada. Su suerte está atada, seguramente, a lo que decida Verstappen.
Mekies, que trabajó en la FIA y en Ferrari antes de pasar a Racing Bulls y ser promovido, tendrá una dificilísima tarea al reemplazar a Horner: gestionar un equipo que arranca con una profunda incógnita a sus espaldas, el motor Ford híbrido 50/50. Rumores creíbles en el paddock sugieren que está un escalón por debajo de lo que han hecho ya Mercedes y Ferrari con sus nuevas unidades de potencia. ¿Y podrá defender los intereses de RedBull con el rigor y la fuerza con las que vino haciéndolo su antecesor en los últimos años? Horner fue quien lo intentó todo en los últimos para cambiar el reglamento de los motores, conocedor del deficit propio.
Pero ya no está. Como tampoco Rob Marshall, Jonathan Wheatley o Will Courtenay, emigrados a otros equipos. ¿El último apagará la luz?