La invasión de los Taylor

Hay apellidos que en la Fórmula 1 supieron estar siempre vigentes más allá de los resultados obtenidos. Varios cobraron un especial relieve porque guardan a uno o dos campeones en su particular nómina. Pero ni los Hill, ni los Schumacher, ni los Fittipaldi son los que más integrantes les aportaron a la “troupe” histórica de la categoría. Arriba de ellos, al menos en cantidad, existe otro nombre.

Cuando hacia el final de la temporada 2020 llegó a la Fórmula 1 Pietro Fittipaldi, nieto del gran Emerson, la dinastía de esa familia de pilotos sumó su cuarto integrante, ya que antes también lo habían hecho Wilson y Christian, hermano y sobrino respectivamente del legendario campeón de 1972 y 1974. Con esa inclusión, los Fittipaldi han relegado a otros apellidos célebres en el historial de la categoría, como los de Hill o Schumacher, que hasta hoy han hecho “desfilar” a tres integrantes, si bien en el primer caso Graham y Damon (padre e hijo) no guardaban relación alguna de parentesco con Phil, el monarca de 1961.

Sin embargo, con muchísima menos popularidad que los nombrados, es hasta nuestros días otro apellido el que más pilotos le ha aportado al mundo de la Fórmula 1. Ello se deba a que entre las décadas del ’50 y el ’60, hubo seis “Taylor”, los que increíblemente, no guardaban entre sí ninguna relación genealógica. William, el único norteamericano de esa media docena de intrépidos, fue el primero en aparecer, al intentar sin éxito clasificarse con un Lesovsky-Offenhauser para las “500” de Indy en el ’52 y el ’53, cuando la tradicional prueba estadounidense formaba parte del Mundial.

Después comenzaron a llegar los británicos. El londinense Dennis buscó afanosamente un lugar en la grilla del GP de su país en 1959, pero el 30° lugar lo dejó fuera de los 24 habilitados para largar. En esa misma competencia, logró debutar Mike, quien sobre un Cooper-Climax al menos pudo completar 24 giros antes de abandonar por problemas de transmisión. Igual, fue debut y despedida para ese destacado competidor de máquinas sport. Mucho mejor le fue a Henry Taylor, que casualmente también se presentó ese día con un Cooper (fue 11°), pero él sí siguió en la máxima categoría y -aún con intermitencias en sus intervenciones- obtuvo un destacado 4° lugar en Francia ’60.

No obstante, quien mejor representaría a los Taylor a través del tiempo, sería Trevor, hombre por el que Colin Chapman sentía un gran aprecio. Justamente con un verde Lotus del equipo del genial constructor, terminó 2° en el GP de los Países Bajos de 1962 por detrás de Graham Hill (por entonces con BRM), continuando una aceptable campaña en la “máxima” hasta su retiro en Brands Hatch ’66 después de largar en 27 pruebas puntuables. El sexteto lo cerró, al menos hasta nuestros días, John, participante de cinco GGPP a mediados de los ’60 con el 6° lugar en Francia ’66 como resultado más destacado.

Así culmina, quizá momentáneamente, el historial de los prolíficos Taylor, al que como dato aleatorio alguien podrá sumar un séptimo integrante si considera al irlandés de apellido compuesto Brian Shawe-Taylor, uno de los pioneros de la categoría que tomó parte de la hoy mítica carrera de Silverstone ’50, nada menos que la primera de la historia.