¿FERRARI PARA LOS ITALIANOS?

Los pilotos peninsulares no han sido tomados muy en cuenta por la casa de Maranello en las últimas décadas, pero no es difícil suponer que habrá sorpresas a mediano plazo.

Desde el arranque de la actividad de su mítica Scuderia, Enzo Ferrari contó con el concurso de los mejores pilotos del mundo, quienes, por entonces, eran los italianos. Desde Nuvolari y Varzi a Ascari y Villoresi, tanto en la preguerra como en la posguerra, Italia -la casa emocional del automovilismo- dotó de muñecas triunfales al Cavallino Rampante.

Las críticas que Ferrari recibió a fines de los ’50, especialmente después de la trágica Mille Miglia de 1957, menguaron esa relación. El trágico accidente de Lorenzo Bandini, en el Grand Prix de Mónaco de 1967, disparó un mito: los dardos de la prensa italiana fueron tan violentos que Il Commendatore renunció a continuar contratando pilotos compatriotas.

Un mito, desde ya, porque tres años más tarde hizo debutar en Fórmula 1 a un italiano, Ignazio Giunti, que había sido criado deportivamente por la Alfa Romeo. Ocurrió en el GP de Bélgica de 1970 –la última ocasión en la que se utilizó el tradicional circuito rutero en Spa-Francorchamps- y el debutante llegó cuarto, por delante del líder de la escuadra, el local Jacky Ickx.

Nunca sabremos qué tan lejos pudo haber llegado Giunti: seis meses después de su debut en F1, falleció trágicamente en Buenos Aires mientras lideraba los 1.000 Kilómetros sport con su Ferrari 312PB.

Ese día, Giunti compartía el auto con otro italiano, Arturio Merzario. Nacido en la Lombardía, Merzario sería uno de los pilotos de Ferrari en Fórmula 1 durante 1973.

Un año antes, en 1972, y presionado por la prensa peninsular, Ferrari había probado otro producto de Alfa Romeo, Giovanni “Nanni” Galli. Llegó 13º en el GP de Francia, detrás de Carlos Reutemann, y nunca más volvió a correr en F-1.

Como fuera, Ferrari nunca más volvió a contratar un italiano hasta 1984, cuando sumó a Michele Alboreto, que un año más tarde fuera subcampeón mundial detrás de Alain Prost. Fue el último italiano al que Enzo Ferrari vio ganar un Grand Prix con uno de sus autos, el de Alemania en 1985, antes de fallecer el 14 de agosto de 1988.

Desde entonces, casi cuatro décadas, Ferrari contó con muñecas italianas de dispar nivel: Ivan Capelli, Nicola Larini, Giancarlo Fisichella, Luca Badoer… Probó inclusive a Valentino Rossi pero Il Dottore rehusó competir. Desde 2022, Antonio Giovinazzi es piloto suplente de la Scuderia.

Con Charles Leclerc y Lewis Hamilton, Ferrari tiene una fuerte dupla –aunque no la mejor de todos los tiempos, como opina el inglés- para, al menos, los próximos dos torneos.

Pero es difícil no ver que hay un italiano en el futuro de mediano plazo de Ferrari. Está muy a punto de debutar en la máxima categoría y es probable (¿quién apostaría contra ello?) que logre una victoria antes de que acabe el torneo.

Andrea Kimi Antonelli

El chico de Bolonia cumplirá recién 19 años en agosto. Podría tener por delante dos décadas de campaña en la F-1. Si todo lo bueno que mostró en las categorías de ascenso lo sostiene en la máxima disciplina, si la promesa que es hoy se vuelve realidad, si produce con Mercedes parte de lo que allí produjo Hamilton, ¿cómo no va a quererlo Ferrari? ¿Cómo no imaginarlo en algún momento en Maranello?