Mientras la Fórmula 1 comienza a poner el foco en el profundo cambio reglamentario que llegará en 2026, Franco Colapinto eligió bajar un cambio y reconectar con sus raíces. El piloto argentino descansa en San Andrés de Giles, donde se permite un respiro lejos de los flashes y las exigencias del paddock, pero cerca del afecto de la gente que lo reconoce en cada rincón del país.
Lejos del ruido habitual de la Fórmula 1, Colapinto aprovecha para disfrutar de la vida simple que ofrece el campo. En sus primeras horas en Argentina, estuvo presente en el recital de Airbag y jugó al pádel con Carlos Tévez, ex futbolista y actual director técnico de Talleres de Córdoba. Este sábado se mostró distendido junto a su padre, Aníbal, con quien pasó por una carnicería local para organizar un asado, en una postal tan cotidiana como cercana.
Más tarde, el piloto pasó por un supermercado, compró una chocolatada y se prestó a algunas fotos con vecinos que se sorprendieron al verlo recorrer las góndolas con total naturalidad. Una escena simple, lejos del ritmo de la Fórmula 1, que reflejó su necesidad de bajar revoluciones y descansar antes de volver a enfocarse en la exigencia del calendario de la máxima categoría del automovilismo.
En enero, Colapinto regresará a Enstone para sumarse a los trabajos de Alpine y comenzar la preparación de cara a la temporada 2026, marcada por profundos cambios técnicos. La pretemporada 2026 ofrecerá más días de pista que en los últimos años: tres sesiones repartidas entre España y Bahréin, una tanda privada y dos abiertas, en un cronograma clave para ajustar chasis y motores bajo el nuevo reglamento.
Por ahora, el pilarense aprovecha estos días para recargar energías, aunque con la mirada puesta en lo que viene. Por ahora, el ruido de los motores quedó en pausa: el descanso en el campo le ofrece un breve respiro antes de volver a la exigencia máxima de la Fórmula 1.






