Mónaco tuvo siempre un maravilloso glamour. Pero cuanto más atrás viajemos en el tiempo, encontraremos que a la par de su brillo de alcurnia, el Casino, las confiterías y los yates de lujo, era mayor la peligrosidad de las carreras en las calles del Principado. Vale recordar, entre otros sucesos, el accidente múltiple de 1950, el golpe mortal de Lorenzo Bandini en 1967 y el descontrolado vuelo de Derek Daly en 1980. Sin embargo, la imaginación del espectador siempre jugó con la idea de que alguna máquina pudiese terminar en el Mediterráneo. ¿Ocurrió alguna vez eso? Sí. Y no una, sino dos veces.
Ya bicampeón mundial, el célebre italiano Alberto Ascari no pasaba por su mejor momento en 1955, cuando alejado de Ferrari se había subido a un Lancia D50, que si bien era veloz en clasificación, mostraba problemas de confiabilidad a la hora de la competencia. En el GP de Mónaco de aquella temporada, mientras perseguía al Mercedes de Stirling Moss, “Ciccio” desvió erróneamente la trayectoria de su coche en la zona del puerto en la vuelta 80, arrasó las protecciones y cayó al agua. La desesperación de los presentes ganó la escena y sólo volvió la tranquilidad cuando el piloto, con apenas un golpe en la nariz, emergió sin otra contingencia física. Increíblemente, a sólo cuatro días de ese accidente con final milagroso, Ascari fue a probar otra vez una Ferrari (la de su amigo Eugenio Castellotti) en un ensayo privado en Monza. Esta vez, la suerte no lo acompañó y un despiste que jamás tuvo una explicación lógica -no había testigos- terminó con el triste saldo mortal de una de las más grandes figuras del automovilismo. ¿La fecha? 26 de mayo de 1955.
Una década después, pese al avance en las medidas de seguridad, éstas seguían siendo relativamente insuficientes. Y ello quedó de manifiesto otra vez en el giro 80 de la edición de 1965. Sí, en la misma vuelta que diez años atrás. Fue cuando el australiano Paul Hawkins, un entusiasta piloto de 27 años que cumplía su segunda carrera en la máxima categoría, perdió el control de su Lotus-Climax y tras impactar contra los fardos, también terminó en el agua. Al igual que Ascari, fue rescatado sano y salvo. Pero no acabaron allí las coincidencias con el destino del campeón italiano. Porque a Hawkins -que ese mismo año abandonó la Fórmula 1- lo esperaba un destino similar: la muerte sobre un auto de carreras. Tentado de participar en el célebre Tourist Trophy británico de Oulton Park, lo hizo en 1969 sin poder escapar de un accidente que se llevó su vida. La mueca trágica y final que ese destino le ofrendó para la eternidad quedó sellada en la fecha de esa muerte. Había ocurrido también un 26 de mayo, como la de Ascari. Justo para que, a través de los años, se lo recuerde en concordancia con el otro protagonista de la poco agradable sensación de terminar en el mar durante un GP. Y que, como él, no pudo escuchar la advertencia que ello significaba.