DE LA GLORIA DE FANGIO A LA DECEPCIÓN DE REUTEMANN

El Quíntuple logró en España 1951 su primer título en la Fórmula 1. Veintídos años después, a ocho vueltas del final, Lole vió escapar lo que en ese momento era su victoria inicial en el Mundial.

No abundan los grandes recuerdos de participaciones argentinas en las 54 ediciones del Gran Premio de España. Igual hay un par, con distintas sensaciones que sobresalen del historial de esta carrera que transitó los circuitos catalanes de Pedralbes, Montjuich y Montmeló, el madrileño, el madrileño de Jarama y el andaluz de Jerez de la Frontera.

El primer recuerdo es el más grato, pero también el más lejano. Para encontrarlo hay que trasladarse a 1951 y a la carrera que en el circuito urbano de Pedralbes inauguró la presencia español en el Campeonato Mundial de Fórmula 1. Una carrera inolvidable para los argentinos porque aquel 28 de octubre de 1951, dos de los tres pilotos que llegaron a esa fecha final con chances de ser campeón eran ¡argentinos!: Juan Manuel Fangio, consolidado en Alfa Romeo, y José Froilán González, en su temporada inicial con Ferrari. Qué tiempos aquellos. El tercero era el italiano Alberto Ascari, con otro auto del equipo de Maranello.

Ascari hizo la pole, pero apenas duró 3 vueltas en punta. Las restantes 67 marcaron el dominio de Fangio, quien con una acertada y astuta estrategia para regular el consumo de combustible fue marcando distancias, no sólo con Ascari sino también con Froilán. Finalmente hubo el segundo 1-2 argentino de la temporada (el anterior, con orden inverso, había sido en Silverstone), mientras que complicado por detenciones en boxes por el consumo de combustible, Ascari llegó cuarto a dos vueltas.

Este triunfo no resultó uno más entre los 24 que jalonaron la exitosa campaña de Fangio en el Mundial de Fórmula 1. Fue el que le permitió conquistar el primero de sus cinco títulos mundiales. El segundo ya lo tenía asegurado desde dos fechas antes en 1954 cuando el Mundial volvió a Pedralbes, y por eso desde su tercer puesto, esta vez con Mercedes Benz, se alegró del triunfo de su amigo Mike Hawthorn sobre una Ferrari.

Totalmente opuesta fueron las sensaciones de Carlos Alberto Reutemann en 1973, también en Barcelona, pero en el circuito de Montjuich, que desde el regreso de España al campeonato en 1968, se alternaba con Jarama como sede del Gran Premio español. Un circuito tipo parque, pintoresco pero riesgoso por la cercanía de los guardarails, por aquellos años, tomados como elementos “de protección”.

El “me duele el alma” descargado por Lole al término de la carrera reflejó el alto grado de decepción al ver escapar, estando tan cerca, lo que entonces hubiese sido su primer triunfo mundialista. Responsable resultó una falla en la transmisión de su Brabham BT42 que lo dejó sin nada a sólo ocho vueltas del final y cuando, tras una gran escalada, desde su decimoquinto lugar de partida hasta el segundo, se disponía a superar al líder Emerson Fitipaldi, que apenas podía controla a su Lotus, inestable por un neumático trasero izquierdo que se estaba desinflando y terminó de hacerlo apenas recibió ganador la bandera de a cuadros.

No hubo revancha para Lole en las restantes 7 ediciones de la carrera española que corrió. Estuvo cerca en 1977 y 1979, con sendos segundos puestos, ambos en el Jarama, el mismo autódromo que en 1978 vió uno de sus accidentes más espectaculares que terminó con su Ferrari prisionera entre las redes de las vallas de contención. “Menos mal que no apareció el fuego”, fue el consuelo de Lole.