Hijo de un belga y de una escocesa, refugiados ambos de la Primera Guerra Mundial, Johnny Claes nació en Londres en 1916, aunque tras el segundo conflicto bélico se radicó en Bélgica, adoptando esa nacionalidad. Si bien la historia de la F1 lo recuerda hoy como un piloto que compitió desde la prueba bautismal de la categoría (Silverstone ’50) hasta 1955 sin mayor suceso, al punto de haber disputado más de 20 GGPP sin sumar ni una sola unidad, fue una figura que sobrepasó su condición de competidor. Músico de conservatorio, excelente trompetista y eventual saxofonista, sabía como entretener a sus colegas con su grupo “Johnny Claes and the Clay Pigeons” (“Johnny Claes y las palomas de arcilla”), con los que llegó a grabar dos discos. “Bon vivant” de la época y amigo de Juan Manuel Fangio, nunca renegó de los generalmente malos autos que le tocó conducir, desde una vetusta Talbot hasta un nada competitivo Connaught pasando por un Gordini, a bordo del cual era imposible salir de las posiciones de retaguardia…
Al margen de la F1, obtuvo notables éxitos, ya que sin problema económico alguno, participaba en todas las categorías posibles. Su gran logro, fue adjudicarse la Maratón de la Ruta Lieja-Roma-Lieja en 1953, cuando su copiloto Jean Trasenter se indispuso y él debió conducir todo el recorrido, que abarcó cinco jornadas y un total de 5533 Km, a un promedio de unas diez horas por día. Tomó esa descomunal hazaña con su habitual desparpajo y proverbial humildad, haciéndole entender al resto que no había sido “nada extraordinario”. Siempre optimista y aún a sabiendas de que la tuberculosis contraída apagaría su vida en breve, no dejó de participar como navegante en carreras de largo aliento, en las que llevaba un bastón con el que -a la usanza de Los Tres Chifados- golpeaba la cabeza de su piloto cuando veía que éste daba muestras de cansancio o cometía algún desliz. Su último compañero de aventuras en tales carreras fue el belga Lucien Bianchi, tío abuelo del luego infortunado francés Jules Bianchi. El 3 de febrero de 1956, en un hospital de Bruselas, Claes falleció víctima de esa entonces irreversible enfermedad.
Siendo tan histriónico como lo era, hubiese resultado imposible que el sello locuaz de Johnny no quedara refrendado institucionalmente en algún lugar. Tal vez por ello, con muy buen criterio, la FIA instauró a poco de su fallecimiento el trofeo “Formula 1 Rejects Mediocrity Award”, nombre algo hiriente que mutó desde 1978 por el de “Johnny Claes Memorial Tropphy” y que “premia”, al final de cada temporada, al competidor que más vueltas dio en la última posición de los Grandes Premios. Aunque su otorgamiento no es algo simpático, ya que difícilmente el “triunfador” se acerque a recibirlo, vale mencionar que dos argentinos se han hecho acreedores virtualmente al mismo: Esteban Tuero, quien dio 227 giros en esa incómoda posición durante 1998, y Gastón Mazzacane, con 315 rondas a la “cola” del resto en 2000.