El 21 de mayo de 1950, ocho días después de la primera carrera en la historia del Mundial, se disputó la segunda, en el pintoresco circuito de Montecarlo, en el Principado de Mónaco, en el que se celebraban carreras de Grands Prix desde 1929, o sea, mucho antes de que la denominación “Fórmula 1” apareciera.
Esa carrera de Mónaco es cara al sentimiento argentino, por dos motivos tan sencillos como decisivos. Es la primera en la historia del Mundial en la que dos pilotos argentinos tomaron parte: a Juan Manuel Fangio, que había disputado la carrera en Silverstone ocho días antes con su Alfa Romeo 159, se le sumó José Froilán González, con una Maserati 4CLT del Equipo del Automóvil Club Argentino.
Pudieron haber sido tres: el santafesino Alfredo Pián, piloto de Las Rosas, sufrió un accidente en las pruebas con una segunda Maserati del equipo argentino, que derrapó y lo despidió en la zona del Hotel de París, ocasionándole la fractura del peroné derecho, además de una contusión en la rodilla y distintos traumatismos, que, por supuesto le impidieron largar. ¿Tres argentinos en una grilla de Fórmula 1? ¡Imagínense la locura que esa posibilidad provocaría hoy!
En aquel momento, y pese a lo angosto de la pista, la largada se efectuaba en estilo 3-2-3, con tres autos en primera fila. Y ahí estaban los argentinos: el poleman Fangio y Froilán en los extremos, con el italiano Farina por el centro. ¡Dos compatriotas en primera fila!
El Chueco había marcado la pole con un tiempo de 1m50s2, es decir, 40 segundos más lento que el 1m10s270 que Charles Leclerc empleó para lograr el mismo objetivo en 2024, casi 75 años después, en un circuito casi 300 metros más largo: se pasó de 103 km/h a 173 km/h de promedio, casi un km/h por año.
Froilán fue uno de tantos que quedaron atrapados por un singular accidente en el primer giro de aquel GP de Mónaco, disparado por Farina en la curva de Tabac.
A Fangio, que iba en punta, lo salvó su sexto sentido: al salir de la chicana, se dio cuenta que la tribuna tenía una tonalidad distinta, y concluyó, en fracciones de segundo, que ocurría porque los espectadores no lo miraban a él, que era el puntero y, por lo tanto, tenían que estar mirando algo más poderoso… ¡un accidente! Redujo inmediatamente la velocidad y pasó muy lento por la zona: varios coches golpeados obstruían el camino.
Le quedaban 98 de las 100 vueltas por cumplir. Venció al cabo de 3 horas y 13 minutos de esfuerzo, le sacó una vuelta al segundo, Alberto Ascari, quien piloteaba una Ferrari, y dos al tercero, el local Louis Chiron.
Esa era la primera ocasión en que Ferrari competía en una carrera en el Mundial. No habían concurrido a Silverstone, alegando que su presencia no era suficientemente retribuida. En realidad, no querían ser derrotados en un circuito de velocidad plena por los Alfa Romeo. Suponían que Mónaco, mucho más trabado, les proporcionaría alguna chance. Pero no contaban con Fangio…
Con el tiempo, el balcarceño contaría la historia completa: el día anterior a la carrera, había estado en la sede del Automobile Club de Mónaco, en pleno boulevard, y mirando unas fotos del GP de 1936, antes de la guerra, vio que en esa ocasión se había producido un accidente múltiple. Ese recuerdo se disparó en cuanto advirtió que la masa no lo seguía, aun siendo puntero… y estaba en lo cierto.
Aquella fue la primera victoria en el Mundial de Fangio y, por lo tanto, de un piloto argentino. Ese es el segundo hecho significativo que Mónaco 1950 representa para el automovilismo nacional. En ese año, el Chueco conseguiría otros dos triunfos, y la cuenta llegaría a 24 a lo largo de su campaña, gracias a una frecuencia imbatida hasta la actualidad: 24 victorias en 51 carreras, nadie ha podido batir ese récord (un halago cada 2,125 Grands Prix).
En verdad, el Grand Prix había terminado mucho antes, y de forma muy dramática, para Froilán González. En el accidente, su Maserati tomó fuego y, al frenar en la curva del Gasómetro, la que cerraba el recorrido, las llamas envolvieron al piloto, que se arrojó precipitadamente de la máquina y apagó sus ropas rodando en el asfalto.
Todo ello ocurrió el 21 de mayo de 1950, hace hoy, exactamente, 75 años.
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