Consecuente con su condición de carrera que ”todos los pilotos quieren ganar”, el historial del Gran Premio de Mónaco muestra nombres de campeonísimos que lo han ganado más de una vez. Así están Ayrton Senna (6 triunfos), Michael Schumacher (5), Graham Hill (5), Alain Prost (4), Jackie Stewart (3), Nico Rosberg (3), Lewis Hamilton (3), Juan Manuel Fangio (2), Jody Scheckter (2), Fernando Alonso (2), Sebastian Vettel (2) y Max Verstappen (2).
Faltan en esa lista otros campeones como Emerson Fittipaldi, Nalson Piquet, Alan Jones y Nigel Mansell, pero sin dudas el gran ausente es Jim Clark, el talentoso piloto escocés considerado como infaltable integrante del podio de los mejores pilotos de todos los tiempos.
Figura sobresaliente de la dorada década del 60, Clark nunca pudo ganar en sus seis participaciones en Mónaco entre 1961 y 1967, pese a lograr 4 poles position y marcar 2 récords de vuelta. Permanente protagonista, siempre hubo algo o alguien que se cruzó en su camino de subir al palco para recibir el trofeo de manos del príncipe Rainiero.
Siempre con Lotus, el derrotero de Jim comenzó en 1961. Por entonces el escocés iniciaba su segunda temporada en el Mundial en busca de su consolidación entre los grandes (Brabham, Surtees, Moss, McLaren, Graham y Phil Hill) de la época. Además, su Lotus 21 Climax no era la mejor arma. Igual clasificó tercero, pero problemas de encendido lo retrasaron desde el inicio. Finalmente quedó 11°, a 11 vueltas del ganador.
La serie que lo puso cerca del triunfo arrancó en 1962, junto con la primera de sus poles. Superado por Graham Hill y Bruce McLaren, se recuperó al pasar al neozelandés y en momentos que estaba por dar cuenta de Hill, falló la caja y adiós a triunfo en la vuelta 55 de las 100 previstas. La revancha tampoco pudo ser en 1963 a pesar de una nueva pole. Yendo en punta con 15 segundos de ventaja y a 22 vueltas de la bandera de a cuadros, la rotura de dos engranajes de la caja del Lotus 25 Climax, lo paralizó en la zona de la curva Tabac y dejó el triunfo servido a su amigo Hill.
Tampoco la tercera fue la vencida en 1964. No sirvió una nueva pole porque, en un exceso, Clark golpeó un fardo de pasto y dañó la barra estabilizadora trasera. El paso por boxes para cambiarla lo retrasó a un cuarto puesto final a cuatro vueltas del vencedor, que otra vez fue Graham Hill.
La pausa que se tomó en 1965 no cambió el destino de Clark sobre Mónaco. Para esa temporada, y ante la coincidencia de Mónaco con las 500 Millas de Indianápolis, Jim eligió Indy. No se equivocó, porque ganó. Su ausencia en las calles del Principado no le hizo perder chances en el Mundial, ya que a su regreso venció sucesivamente en Bélgica, Francia, Inglaterra, Holanda y Alemania para asegurarse su segunda corona. Un grande Jim.
La nueva reglamentación que en 1966 elevó a 3 litros la cilindrada no encontró bien armado a Lotus, especialmente porque en principio debió apelar a un motor Climax, no muy potente. El talento de Jim apareció para sumar la cuarta pole en Mónaco, pero en carrera apenas pudo mantener el cuarto puesto hasta que, en la vuelta 61, la rotura de la suspensión del Lotus 33 lo sacó de la carrera ganada por su compatriota Jackie Stewart.
Esa falencia motriz se prolongó en la edición 1967. Sin mayores chances, clasificó quinto y se mantuvo en esa posición hasta que una nueva rotura de la suspensión del Lotus 33 lo sacó de carrera. Cuatro semanas más tarde encontró solución a ese problema motriz con el estreno de Ford Cosworth con una brillante victoria de Jim en Holanda. Ese motor era su gran esperanza de cara a 1968 para cortar el maleficio de Mónaco. No imaginaba que 49 días antes (el 7 de abril) la muerte lo abrazaría en Hockenheim para impedirlo y dejar esa ausencia eterna en el historial de grandes campeones ganadores en Mónaco.
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