Hay una Ferrari que ríe y una Ferrari que llora.

Ser un tifosi de Ferrari es vivir en una montaña rusa de emociones. Es una devoción que exige fe ciega, paciencia infinita y una capacidad única para celebrar el pasado, mientras se sufre en el presente. El éxito en Le Mans ha contrastado con el pobre desarrollo en Canadá.

Una marca, dos realidades. ¿Cómo puede el mismo Cavallino Rampante galopar hacia la gloria en una disciplina y tropezar constantemente en la otra? Es una pregunta que se hace la mayoría de aficionados y no aficionados al automovilismo deportivo. El último fin de semana volvió a repetirse una situación que ya hemos vivido en los últimos tres años: victoria en la más prestigiosa carrera del mundo, las 24 Horas de Le Mans, y fracaso en el Campeonato del Mundo de Fórmula 1. En este caso, en Canadá.

Este resultado añade leña al fuego a la situación que está viviendo la Gestión Deportiva en Maranello, con un Fred Vasseur cada vez más cuestionado, y que en Canadá acusó a la prensa italiana de no remar en la misma dirección que el equipo de carreras. ¿Otra vez el mensajero culpable?

La realidad es que Vasseur está en el ojo del huracán. Con un contrato que expira a finales de este año, todavía no se sabe si será renovado. Ya se sabe que la estabilidad en Ferrari es una especie de utopía. En Canadá, antes de que comenzarán los entrenamientos, y probablemente con acuerdo previo, los pilotos declararon estar con Vasseur. Sin embargo, al final de la carrera del domingo, tanto Leclerc como Hamilton hicieron declaraciones muy duras.

Principalmente el británico, “Claramente vemos que los demás equipos traen mejoras técnicas. No se porqué nosotros no. Creo que llegarán pronto, eso espero. La realidad actual es que hay muchos cambios que realizar al interno del sistema. Me gustaría poder decir lo que está sucediendo. Están pasando muchas cosas”.

Prosigue el heptacampeón: “Pienso que es necesario construir la base para el año próximo. Ahora no estamos luchando por el título. Hay que hacer todo lo posible para que en 2026 tengamos un auto competitivo desde la primera carrera”

Lewis ya no cree en la SF-25 y quiere que todos los esfuerzos se centren en el auto de 2026, cuando se introducirá una importante revolución reglamentaria. Ferrari se ha mostrado con poca capacidad de reacción y, sólo hasta Silverstone, presentará un paquete de mejoras importante, principalmente una remodelada suspensión trasera. ¿Será suficiente para que, como mínimo, se pueda luchar por la segunda posición en el campeonato de constructores?

La realidad es que, mientras en Francia el equipo recibía la visita de John Elkann y Benedetto Vigna, presidente y CEO respectivamente de la casa de Maranello, ninguno de los dos hizo ninguna declaración defendiendo a Vasseur de los supuestos ataques de la prensa italiana. Ninguna muestra de soporte al manager francés. 

No olvidemos que en los boxes del equipo italiano estaba Antonello Colleta, dirigiendo con éxito un equipo que va lanzado a conquistar el WEC. Antonello ya tuvo en su momento una propuesta para dirigir al equipo de F1, renunciando porque en aquel momento estaba totalmente focalizado en el proyecto de resistencia. Pero la sombra de Antonello cada vez oscurece con más intensidad a un Team Manager que, tres años después, todavía no habla italiano.

La Cara de la Moneda: El Regreso Triunfal a La Sarthe

El 11 de junio de 2023 quedará grabado en letras doradas en la historia de Maranello. Cincuenta años después de su última participación oficial en la categoría reina de la resistencia, Ferrari regresaba a las 24 Horas de Le Mans y, contra todo pronóstico, ganaba. El Hypercar Ferrari 499P, pilotado por Alessandro Pier Guidi, James Calado y el ex-piloto de F1 Antonio Giovinazzi, cruzó la línea de meta para sellar una hazaña épica.

Esta victoria no fue un golpe de suerte. Fue el resultado de un proyecto meticulosamente planificado, ejecutado con una precisión que recordaba a los mejores tiempos de la Scuderia. El 499P demostró ser un coche robusto, rápido y, sobre todo, fiable durante 24 horas de batalla incesante. El equipo de WEC (World Endurance Championship) operó con una estrategia impecable y una calma asombrosa, superando a gigantes como Toyota, que habían dominado la prueba durante años.

El triunfo en Le Mans fue un recordatorio del ADN de Ferrari: una fábrica de sueños capaz de construir máquinas legendarias que dominan las pruebas más exigentes del mundo. Fue una inyección de orgullo y una validación de que el «saber hacer » de Maranello seguía intacto.

La Cruz de la Moneda: La Agonía Interminable en la Fórmula 1

Mientras el equipo de resistencia celebraba, el de Fórmula 1 vivía una realidad completamente opuesta. La temporada de F1, que debía ser la de la consolidación tras un prometedor 2022, se convirtió en una crónica de errores, falta de ritmo y decepciones. El monoplaza, el SF-23, nació con problemas fundamentales: era inconsistente, impredecible y voraz con los neumáticos, una debilidad que atormentó a Charles Leclerc y Carlos Sainz durante todo el año.

La crisis de Ferrari en la F1 no es sólo técnica, es sistémica. Los errores de estrategia, que se convirtieron en un amargo meme, continuaron, aunque con menor frecuencia, bajo el nuevo liderazgo de Frédéric Vasseur. La presión mediática y la de los propios tifosi parece crear un ambiente de tensión constante que ahoga la creatividad y fomenta la toma de decisiones conservadoras o, peor aún, reactivas.

La victoria de Carlos Sainz en Singapur fue un oasis en el desierto, una demostración brillante del talento de sus pilotos y de que, en condiciones muy específicas, el equipo podía hacerlo bien. Sin embargo, fue la excepción que confirmó la regla: Ferrari estaba muy lejos de poder luchar por el campeonato contra un Red Bull intratable.

¿Por Qué Esta Brutal Diferencia?

Analizar la paradoja de Ferrari requiere entender las enormes diferencias entre ambas competiciones:

1. Entornos Distintos: La Fórmula 1 es una guerra de desarrollo sin cuartel. Es un sprint tecnológico de 23 carreras donde cada milésima cuenta y la presión es máxima cada fin de semana. En cambio, el proyecto Hypercar de Le Mans fue un lienzo en blanco. Un programa a largo plazo, con menos ojos encima durante su gestación y con regulaciones (como el Balance of Performance – BoP) que buscan equilibrar el rendimiento entre los fabricantes. Ferrari pudo trabajar con más calma y un enfoque a largo plazo.

2. Estructura y Presión: El equipo de F1 carga con el peso de décadas de historia y la obligación casi divina de ganar. Cualquier fallo es analizado al milímetro por la prensa mundial. El equipo de WEC, al ser un proyecto nuevo, operaba con la libertad del que no tiene “nada que perder y todo por ganar». Esta diferencia de atmósfera es crucial para el rendimiento humano y la innovación.

3. Filosofía del Coche: El 499P fue diseñado con un objetivo claro: la fiabilidad y eficiencia para una carrera de 24 horas. El SF-23 de F1, por otro lado, es el resultado de una evolución constante en un entorno normativo complejo, donde encontrar el punto óptimo aerodinámico es una tarea casi alquímica que Ferrari no ha logrado descifrar por
completo.

Conclusión: Una Lección de Humildad y Esperanza.

La victoria en Le Mans no debería ser solo un trofeo para las vitrinas de Maranello. Debería ser un espejo en el que el equipo de Fórmula 1 se mire. Demuestra que la excelencia técnica, la estrategia brillante y la mentalidad ganadora todavía residen en el corazón de la compañía.

Quizás, la lección más importante de Le Mans es la de la humildad y la planificación. El éxito no llegó por derecho divino, sino a través de un trabajo duro, metódico y alejado de los focos.

Para los tifosi, el contraste es agridulce. Pero la gesta en La Sarthe ofrece una luz de esperanza. Prueba que Ferrari no ha olvidado cómo ganar. La pregunta ahora es si la Scuderia será capaz de canalizar ese espíritu, esa calma y esa brillantez técnica para devolver al Cavallino Rampante al lugar que le corresponde en la cima de la Fórmula 1.

Hasta entonces, los aficionados seguirán viviendo en esa apasionante y, a veces, dolorosa dualidad.