Si sos un veterano lector, sabrás de qué estoy hablando, Pero si andás por los veintipico o menos, si entraste a la Fórmula 1 gracias a Drive to Survive o, mejor aún, atraído por los esfuerzos de Franco Colapinto, entonces esta nota es ideal para vos.
Seguramente te habrá ocurrido lo mismo que a este cronista le pasó hace muchos, muchos, cuando empezó a ver los pocos Grands Prix que la TV ponía al aire, y el Mundial que ahora tiene 75 años no tenía ni siquiera 25. Una especie de fascinación, de orgullo conmovedor, al enterarse que, de todos esos muchachos que corrían en eso que estaba descubriendo, el más grande de todos, el más laureado, era argentino. Y se llamaba Juan Manuel Fangio.
Seguro que pudo pasarle a algunos de ustedes, que conocieron primero a Franco y luego, al adentrarse en este peculiar mundo, se enteraron de que la Argentina es dueña de una riquísima historia en el pináculo del automovilismo universal, gracias a, y sobre todo, el Quíntuple campeón mundial nacido en Balcarce. Era de acá.
Ferrari es de Italia, McLaren de Inglaterra, Max Verstappen de los Países Bajos y Oscar Piastri es australiano. Lo que quieran. Pero Fangio, el más grande, era de acá. Nuestro.
Por eso, todo lo que hagamos para mantener viva su memoria será un favor a las futuras generaciones, como las de ustedes. Si sos un veterano lector, no te vayas, porque esto también es para vos. Pero si sos joven, entonces aquí, un día después de que se cumplieran 30 años de la entrada de Fangio en la inmortalidad, te acercamos algo que puede serte útil para continuar haciendo crecer la pasión: un repaso de los que fueron los cinco mejores triunfos del Chueco de Balcarce en el Mundial, entre 1950 y 1957.
5. Grand Prix de Italia de 1953. Monza, Maserati, 13 de setiembre
Imaginate 80 vueltas a fondo, el gran duelo de la década del ’50: Alberto Ascari con una Ferrari, Fangio con su Maserati, las dos marcas de Modena, una rivalidad acendrada en pilotos y en máquinas. Para colmo, los dos ya eran campeones mundiales. Se definió con simpleza: Ascari se equivocó en la última curva, al cabo de dos horas y 49 minutos de carrera, mientras que Fangio no. Ahí tenés una de las claves del éxito del Chueco; su escasa propensión a cometer errores. Era casi infalible. Pasó por el hueco que dejó la Ferrari en trompo y logró su primer triunfo después del accidente que había sufrido en ese mismo circuito en mayo de 1952. Ese triunfo le confirmó que estaba en plenitud y que lo mejor estaba por llegar.
4. Grand Prix de Inglaterra de 1956. Silverstone, Lancia-Ferrari D-50, 14 de julio
Fangio y Ferrari siempre fueron apellidos antagónicos, pese a una circunstancial colaboración. Por eso el rol de este triunfo, con un auto que nunca fue un preferido del Chueco, y que lo obligó a una remontada desde el sexto lugar, derrotando a todos los ingleses en su terreno. Fue algo así como el gol de Diego a los ingleses: Fangio los fue apilando uno por uno. Tony Brooks, Roy Salvadori, Peter Collins, Mike Hawthorn, todos pasaron delante suyo en la primera vuelta, pero… Aquel día, quizás, Stirling Moss y la Maserati 250F fueron el conjunto más rápido, pero Fangio lo venció por zorro. Pagó la experiencia en un triunfo que fue decisivo para que, al cabo del año, el Chueco ganara su cuarto título.
3. Grand Prix de Mónaco de 1950. Monte Carlo, Alfa Romeo 158, 21 de mayo
La primera victoria en el Mundial de Conductores y una demostración de sagacidad que, a caballo del triunfo, quedaría grabada como uno de los más fenomenales atributos del balcarceño. Está cargado de símbolos: una primera fila con tres autos, dos de ellos conducidos por pilotos argentinos, Fangio y José Froilán González. ¿Se imaginan qué delirio provocaría hoy una circunstancia similar?
El día anterior, Fangio había visto una foto antigua, un gran accidente en el GP de 1936. Tuvo esa intuición cuando salió de la chicana y advirtió un color distinto: el público no lo estaba siguiendo a él, que era el líder, sino algo más poderoso que captaba la atención. ¿Qué podía ser? El Chueco intuyó de maravillas: ¿un accidente? Frenó, rebajó, acertó. Un múltiple choque eliminó a nueve pilotos. Fangio pasó raspando entre los restos del desastre ¡y ganó por una vuelta de ventaja!
2. Grand Prix de la República Argentina de 1955. Buenos Aires, Mercedes-Benz W196, 16 de enero
¿Más mérito que éste? Un hombre de 44 años resistiéndose a derretirse bajo el sol que demuele a pilotos una y dos décadas más jóvenes. Y así durante tres horas de soñar y sufrir, como lo catalogó el propio Fangio. Temperaturas elevadísimas, pilotos que se desmayaban del rigor, frecuentes cambios de conducción en los pits, baldazos de agua en las curvas lentas para que los sobrevivientes pudieran sostenerse, y al frente siempre el mismo líder, que se concentraba pensando que corría en el Polo Sur y que, por lo tanto, lejos estaba de sufrir el calor. Ganó por un minuto y medio de ventaja. Las Ferrari clasificadas en segundo lugar habían sido conducidas, cada una, por tres pilotos distintos. Quedó en la historia como la Carrera del Calor. Un ejemplo de coraje y maestría en dosis iguales.
1. Grand Prix de Alemania de 1957. Nurburgring, Maserati 250F, 4 de agosto
La anécdota tiene casi 70 años, pero los jóvenes bien pueden desconocerla, así que ahí va. Fangio enfrenta a las Ferrari de Hawthorn y Collins, que poseen una ventaja: sus neumáticos van a durar toda la carrera y no necesitan parar. El argentino, que sí precisa una parada para cambiar sus cubiertas, adopta una estrategia clara, la de partir con medio tanque lleno y sacar buena ventaja antes de su detención, para compensar el tiempo que perderá.
Pero esa ventaja se pierde en los boxes tras una mala parada, cuando una tuerca va a parar debajo del auto, y Fangio sale casi un minuto detrás de las Ferrari. Quedan 10 vueltas en el circuito más peligroso del mundo, 176 curvas en cada giro.
Entonces, en la mejor demostración conductiva de toda la historia del Mundial –que ya lleva más de 1.200 Grands Prix-, Fangio bate nueve veces el record de vuelta del circuito para derrotar a ambas Ferrari y, lograr su 24ª victoria en el Mundial y, de paso, conquistar su quinto título. Es el pico más alto de rendimiento deportivo de Juan Manuel Fangio. Lo más importante. Logrado cuando hasta el propio balcarceño creía que su estrella había empezado a declinar. Una hazaña nunca jamás repetida. Por eso es el número 1 de los triunfos de todos los tiempos.
(A 30 años y un día de la muerte del más grande)