Lando Norris está sufriendo. En su séptimo año en McLaren, por fin, la casa de Woking pone en pista el coche más dominante desde el arranque de la temporada. El título mundial está servido. Sin embargo, Norris sufre porque esa máquina extraordinaria le resulta esquiva.
El McLaren MCL39 es el mejor coche del 2025 por cuatro o cinco décimas de diferencia sobre el Mercedes W16, un poco más sobre la Ferrari SF25 y por casi un segundo sobre el RedBull RB21 cuando la pista, como la de Sakhir en Bahrein, impone rigor sobre el tren trasero (la primera de ese tipo en lo que va del año). Y Norris, que lleva 132 Grands Prix con McLaren, que trajina el equipo desde su debut seis años atrás, a comienzos de 2019, no está en las mejores condiciones para aprovecharlo.
Ya en 2024 había tenido muchos problemas para transformar sus pole-positions en victorias. España, Hungría, Italia, Estados Unidos, Brasil… demasiadas oportunidades desperdiciadas.
Pero ahora es peor. Porque en 2025 la tendencia es que el poleman sea el vencedor. Vimos cinco competencias (cuatro Grands Prix y un Sprint) en las que siempre se ha impuesto el autor de la pole. Trasladado ese esquema a 2024, habría hecho las delicias de Norris. Pero no.
Lando sufre. No le tiene total confianza al MCL39, no está cómodo. No le calza como un guante, es como si le generara ampollas en el alma y grandes dudas en su cabeza. Norris intercala aciertos con errores en grado superlativo. Y luego baja del auto y se destripa en público, como le ocurrió el sábado. De ello también habló el domingo tras su tercer puesto final:
“Ojalá supiera la respuesta. Sinceramente, no la tengo. Incluso si la supiera, la compartiría con ustedes. No la sé. Uno sabe cuándo, creo que cuando uno es atleta, cuando es piloto, o lo que sea, sabe cuándo las cosas encajan, cuándo se siente seguro, cuándo se siente cómodo. Confío en que tengo todo lo que necesito y tengo lo que se necesita. No tengo ninguna duda al respecto: soy lo suficientemente bueno y todo eso. Pero hay algo que no encaja conmigo ni con el coche. No puedo dar ninguna vuelta como la temporada pasada. Entonces, sabía cada curva, todo lo que iba a pasar con el coche, cómo iba a pasar. Me sentía en control del coche. Este año, la experiencia ha sido totalmente diferente. Incluso en Australia, ganara o no la carrera, nunca me sentí cómodo, nunca tuve confianza. El coche era fantástico y eso me está ayudando a superar muchos problemas ahora mismo. Pero estoy muy lejos de la capacidad que tengo, lo cual duele, duele decirlo”. Es el monólogo de un hombre torturado por las circunstancias.
Siguió: “Le dediqué mucho tiempo, incluso anoche. Salí tarde anoche para analizarlo todo y entender qué me cuesta, qué no funciona. Intento averiguar qué ha cambiado del año pasado a este. ¿Soy yo? ¿Será algo del coche? Es complicado. Pero no dudo de mí mismo, aunque a veces lo parezca. Es solo que algo no cuaja, algo no encaja, y por eso no me siento cómodo en el coche. Tengo confianza, como si supiera que tengo lo que hace falta, pero simplemente no. Y cuando no tienes confianza en el coche, no sabes cuál es el límite, qué hacer a baja velocidad, a alta velocidad, en cualquier curva… sí, nunca voy a ser tan rápido como necesito. Y sobre todo cuando estás luchando contra los mejores del mundo. En cuanto no te sientes cómodo, se convierte en un problema, y eso es lo que está pasando ahora”.
En Melbourne, Norris había confiado, aun con reservas, que durante el receso invernal europeo había puesto uno de sus focos en trabajar su salud mental. No dio muchos detalles entonces. Cuatro carreras después, parece muy claro de qué hablaba. En Inglaterra sugieren que Norris padece episodios de depresión y ansiedad. Si así fuera, está claro que Lando sufre.
Y al otro lado del box reside Oscar Piastri. Un piloto que, según Andrea Stella, el Team Principal de McLaren, “no tiene ruido en el cerebro”. En cambio, en el de Lando parece sesionar de manera permanente una enorme y desafinada orquesta.
Piastri es calmo, clínico. No ha dejado atrás completamente los altibajos (su error en la Q3 de Suzuka, hace nueve días, lo privó de una victoria allí), pero está modelando esa imagen de ejecutor quirúrgico que no desperdicia una chance, como mostró en Bahrein. Es claramente un contendiente al título mundial, eso que McLaren ya había servido en la mesa de Norris.
No: ahora la disputa está directamente entablada. El MCL39 le cae mejor a su estilo clásico de tomar las curvas, sin superponer acelerador y freno como su compañero, y puede llevarlo rápido y de manera demoledora. “Este fin de semana me sentí cómodo”, indicó. “Creo que ha habido momentos complicados, sin duda. Pero, para ser sincero, en general he estado bastante contento con el coche. Claramente, tiene mucho ritmo. Sabíamos, por las pruebas de pretemporada, que había algunos aspectos que queríamos pulir, pero creo que lo hemos hecho muy bien”.
McLaren no indica nominalmente la estatura de sus pilotos, pero hoy, no hay duda, Piastri aparece por encima del atribulado Norris. El australiano ha ganado cuatro de los últimos 16 Grands Prix, desde Hungría 2024 a Bahrein 2025. ¿Y cuántas carreras ganó Norris en el mismo periodo? También cuatro. Norris parecía el 1 por antigüedad, pero ahora y por rendimiento ese status no se comprueba en la pista.
Es pronto para decir que McLaren se quedará con ambos títulos. Sus rivales esperan a ver qué ocurre a partir del Grand Prix de España, cuando entre en vigencia la nueva reglamentación sobre la flexibilidad de los alerones delanteros, un terreno en el que el equipo de Woking sacó ventaja gracias al acumen de Rob Marshall, su director técnico para Diseño e Ingeniería. Después de España quedarán 15 carreras, suficientes como para introducir incertidumbre si la ventaja disminuye.
Mientras tanto, Lando Norris está sufriendo.