Fallecida recientemente a los 91 años, Brigitte Bardot tuvo una vida tan extensa, como activa en lo laboral y, ni que hablar, en lo sentimental. Surgida desde muy joven como una atractiva y sugestiva sex symbol a mediados de los 50, no hubo hombre que no la deseara. Su labor como actriz le permitió tener una rápida y alta exposición pública, y esto la llevó a contactarse, a veces más allá de la amistad, con personalidades de los más diversos ámbitos. Eso sí, todos de primer nivel.
Esa colección de novios, amantes, relaciones fugaces, y hasta cuatro maridos oficiales, que enhebro la rubia francesa, también incluyó piloto de Fórmula 1. La más recordada es cercana a los argentinos porque fue con Carlos «Charlie» Menditeguy, un playboy bien propio de los 50, integrante de una acomodada familia argentina, y un múltiple y exitoso deportista que se destacaba en polo y golf. También sobresalía en el automovilismo y por eso se había ganado un lugar en los Mundiales de Fórmula 1 y Sport, aunque no competía con mucha frecuencia.
Como es una tradición desde siempre, el Gran Premio de Mónaco resultaba, en aquella lejana edición 1957, una buena vidriera para promover jóvenes actrices. Brigitte Bardot lo era en esos años. El paso inicial fue asistir a los entrenamientos del Gran Premio de Mónaco y recorrer los boxes. Lo siguiente era contactarla con algún piloto. La idea original del representante de la Bardot era relacionarlo con Juan Manuel Fangio, por entonces campeón mundial, y promover un romance. Para eso se organizó una cena para el día previo a la carrera.
Fangio concurrió acompañado de Charlie Menditeguy, conocido por sus cualidades donjuanescas. Avanzada la cena, Fangio pidió disculpas por retirarse anticipadamente. «Mañana tengo que correr», explicó con razón y profesionalismo, al tiempo que con gestos alentaba a Menditeguy a proseguir la charla con Brigitte. Una charla que se prolongó muchas más allá de la cena. Al día siguiente, el Chueco logró su segunda y última victoria en las calles del Principado, mientras que, tras esa noche larga y agitada, Menditeguy abandonó por un despiste en la vuelta 52 de las 100 recorridas. Por un par de días, Maserati, el equipo que lo tenía contratado, no tuvo noticias de Charlie. En breve «luna de miel» con Brigitte por Saint Tropez y sus alrededores. Esto no cayó muy bien al equipo italiano, que decidió cancelar el contrato como piloto oficial.
«Entre correr un Gran Premio y pasar una noche con Brigitte Bardot, preferí lo segundo y no me arrepiento», repitió Charlie como explicación, con orgullo y ese tono de displicencia y soberbia que tenían sus dicho y que, años más tarde , ya en el automovilismo nacional, tuviese otra muestra con la recordada frase «quémelo Linares, quémelo…», con la que le ordenó a su acompañante prenderle fuego al auto que, a pocos kilómetros del final del Gran Premio de TC, le frustró un triunfo que tenía en el bolsillo. Como su salida de la Fórmula 1, Menditeguy tomó este episodio con su particular filosofía y continuó alternando las carreras con el golf, polo y otros deportes donde se siguió destacando.
Era un personaje especial Charlie Menditeguy, quien murió en Buenos Aires el 27 de abril de 1973. Poco más de cinco meses después, contra un guardarrail de Watkins Glen, se destrozó la vida de Francois Cevert, durante los entrenamientos del Gran Premio de Estados Unidos. ¿Qué tiene que ver con Brigitte Bardot? Simplemente que este francés, que con su pinta enloquecía a las mujeres, fue otro de los pilotos de la Fórmula 1, esta vez más moderna, que tuvo una relación con la actriz. A diferencia de la de Menditeguy, resultó un poco más extensa y terminó por decisión de Brigitte, incómoda en el mundo de las carreras al que la quería incorporar Cevert.
Ya retirada de la actuación y dedicada a la protección de los animales y el medio ambiente, la Bardot tuvo otra relación con un corredor que había pasado por la Máxima. El elegido de turno fue Johnny Servoz Gavin, aquel pelilargo francés que los argentinos conocieron en la Temporada Internacional de F3 en 1967, integrando el equipo oficial Matra junto con Jean Pierre Beltoise y Jean Pierre Jaussaud. Campeón de la Fórmula 2 en 1969, tuvo un breve paso por la Fórmula 1 como piloto de Tyrrell. Fue otra relación corta y fugaz de Brigitte, como la mayoría de sus amores de una vida intensa y frenética.





