BELGICA 1960, DOS MUERTES 5 VUELTAS

Este poco agradable hito muestra, desde hace seis décadas y media, el circuito de Spa con los accidentes fatales de los ingleses Chris Bristow y Alan Stacey durante el desarrollo del Gran Premio.

Muchos hitos muestra la extensa y brillante historia del circuito de Spa-Francorchamps. No todos son agradables. Como por ejemplo el que nos lleva a la edición 1960 del Gran Premio de Bélgica disputada en el antiguo trazado de 14.100 metros. El mismo que surcaba las zonas rurales entre casas y banquinas desprotegidas ante las trampas mortales que eran las zanjas, alcantarillas y tranqueras.

Semejantes invitaciones a las tragedias no fueron rechazadas por esa visitante asidua que en los 60 era la muerte en las carreras de autos. Y aquel 15 de junio de hace seis décadas y media las tomó con sus mejores garras, con dos accidentes mortales. Igual en cantidad que en Imola 1994, pero distinto en las circunstancias porque se dieron en la misma carrera y separados por ¡5 vueltas! Nunca antes ni nunca después pasó algo similar.

Como en Imola 1994, las cosas no arrancaron bien en aquel Gran Premio belga. Los ingleses Stirling Moss y Mike Taylor protagonizaron dos graves accidentes. Moss se fracturó las dos piernas al despistarse con su Lotus 18 a 250 km/h en Malmedy. Su recuperación le hizo perder varias carreras y todas las chances de pelear por el campeonato. Peores resultaron las consecuencias para Taylor, que tras el despiste fue eyectado de su Lotus 18. Dos años llevó la recuperación de las múltiples fracturas, que lo obligaron a retirarse del automovilismo a los 26 años. Su consuelo fue ganarle un juicio iniciado contra Colin Chapman, director de Lotus, al comprobarse que el accidente resultó consecuencia de la rotura de un elemento mal soldado de la columna de dirección.

Lo peor todavía estaba por llegar. Y llegó en la vuelta 20 de las 32 que exigía el Gran Premio. Esa poca experiencia que con apenas tres carreras previas, mucho le cuestionaban Chris Bristow se vió cuando, en la curva de Burneville, intentó superar por afuera a la Ferrari de Guy Mairesse. La arriesgada maniobra mandó al Cooper T51 fuera de pista, donde chocó contra un talud y despidió al inglés cuyo cuerpo terminó entre las púas de  un alambrado, casi decapitado. Una muerte terrible para un joven de 23 años.

No hubo tiempo de asimilar la conmoción de semejante accidente. Cinco vueltas más tarde, Alan Stacey protagonizó uno de los accidentes más insólitos de la Fórmula 1. Era un personaje este inglés de 26 años, que corría con una pierna ortopédica y pasaba, con la ayuda cómplice de sus colegas, las laxas revisaciones médicas de la época.

Sin embargo, esta limitación física no tuvo mucho que ver en el accidente. Fue la fatalidad que en la forma de un pájaro se cruzó en el camino de su Lotus 18 en la recta de Masta mientras circulaba a 190 Km/h. El impacto del ave en la cara de Stacey tuvo como primera consecuencia el descontrol de su auto y luego su vuelco e incendio. Los auxiliares lo encontraron sin vida.

Tan graves y terribles accidentes no detuvieron el desarrollo del Gran PremioComo era habitual en esos años, la carrera continuó y completó su distancia programada de 32 vueltas con la victoria de Jack Brabham sobre el Cooper T53 Climax. Fue la segunda de la serie de cinco consecutivas sobre la que el australiano construyó el camino del segundo de sus tres títulos mundiales.

Pocos reparan en este dato al recordar a este  Gran Premio de Bélgica 1960 como el más trágico del Campeonato Mundial de Fórmula 1. Es que nunca antes ni nunca después hubo una carrera con dos pilotos muertos en accidente separados por tan poco tiempo. Ojalá nunca más.

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