No es lo más adecuado armar opiniones sobre la comparación de distintas épocas en el deporte. El automovilismo no es la excepción, y la Fórmula 1, menos. Igual, no es para dejar pasar la opinión sobre el tema de Andrea Stella, el director deportivo de McLaren.
«La nueva generación de pilotos es simplemente muy buena, y ahora hay siete, ocho pilotos que están a nivel de campeones del mundo. No estoy seguro de que esto haya sucedido antes», considera Stella, quien avala su posición puntualizando que «en el actual plantel de la Fórmula 1 ,hay 10 que son ganadores y autores de poles en Grandes Premios y 15 que han subido al podio».
Al momento de encontrar explicaciones, el italiano señala que «posiblemente se debe a lo buenas que son ahora las categorías juveniles. Estos chicos van al karting y tienen los datos. Se entrenan a cierto nivel cuando son adolescentes. Todo esto ha hecho que el campo competitivo sea extremadamente ajustado, y por lo tanto la diferencia está en ese último uno por ciento». Para decir esto, tiene como espejo para mirar a su propio equipo, donde sus pilotos Lando Norris y Oscar Piastri llegaron precedidos de éxitos en las categorías promocionales.
Por su experiencia y conocimientos, es para respetar la opinión de Stella, pero también vale recordarle que, en ese pasado tan olvidado por muchos pero que existió en la Fórmula 1, hubo grandes generaciones de ganadores y campeones, como la de los 50, con Fangio, Ascari, Farina, Hawthorn, Froilán González, Collins, Musso, Behra, o la de los 60, con Clark, Graham y Phil Hill, Stewart, Gurney, Surtees, Brabham, Rindt, Hulme, Bandini. Y qué decir de aquella de los 70/80 con Lauda, Peterson, Cevert, Emerson Fittipaldi, Reutemann, Jones, Gilles Villeneuve, Ickx, Hunt, Regazzoni, Laffite, Pironi, Tambay Arnoux, Siffert, Pedro Rodríguez, Watson Andretti, Keijo Rosberg, y más adelante con Piquet, Prost, Senna, Mansell, Michael Schumacher, Jacques Villeneuve, Hakkinen y Coulthard,
Vale entonces la opinión de Stella, pero vale más, recordar, y recordarle, que las comparaciones suelen ser odiosas y, fundamentalmente injustas.
