Un interesante desafío rodeado de presiones

Regresar a la Fórmula 1 es una satisfacción para Franco Colapinto, pero también implica el desafío de enfrentar y superar distintas presiones en uno de los equipos más flojos de la categoría.

“Y ahora te quiero ver bailar…” dirían nuestras abuelas de tener enfrente a Franco Colapinto y comentarle, medio en broma, medio en serio, sus sensaciones y expectativas ante este retorno a la Fórmula 1 que, confirmación oficial mediante, el piloto de Pilar concretará con el equipo Alpine en pocos días más, en Imola.

Superado el entusiasmo inicial que entre los argentinos generó esta tan esperada noticia, es bueno enfocarse en lo que viene, es decir, ese baile que imaginaban las abuelas. Que precisamente Franco no lo tendrá con la más linda, que en el caso del automovilismo está representada por el coche más veloz y confiable. Por lo mostrado hasta ahora, el Alpine dista de serlo. Dura tarea le espera a Franco por ese lado.

Tampoco asoma divertido ese baile. Pocas cosas lo son en la Fórmula 1, y no están en la pista. Ni que hablar en el equipo Alpine, donde Franco desembarca en un momento caótico, e incluso con la mochila de haber sido, directa o indirectamente, el causante de la renuncia del director deportivo Oliver Oakes. Debe entonces demostrarle a Briatore que, por encima de la conveniencia económica, el manager italiano estuvo acertado en jugarse por su ingreso, ante la postura de Oakes de darle más chances a Doohan. Una presión más a la habituales de todo piloto que se sube a un Fórmula 1.

A diferencia del año anterior, con su repentino ingreso a Williams, esta vez Franco tiene menos margen para los errores y excusas. Ya conoce lo que es correr en la Fórmula 1, y por eso mismo fue convocado con la esperanza, cercana a la convicción, de que su presencia significará una notable mejoría respecto a lo hecho por Doohan. Es posible, pero nadie puede asegurarlo, y esta incertidumbre es otra de sus presiones, ya que, por todo lo se habló, si o si tiene que andar mejor que Doohan.

Por esas cosas de la vida y de la Fórmula 1, Franco tendrá también el fantasma de las 5 carreras de prueba. Es el plazo que le puso Alpine para evaluar su rendimiento y decidir si lo confirma o no. Es el mismo fantasma que sobrevoló sobre Doohan desde antes del inicio del campeonato, con el cual los fanáticos e interesados por ver a Franco en la Fórmula 1, presionaron en una cuenta regresiva no exenta de aguda crueldad, para marcar errores y minimizar aciertos del australiano. Ahora le toca a Colapinto estar de ese lado y experimentar qué se siente cuando su continuidad está condicionada a los resultados.

Tal vez Franco pueda superar la situación por su mayor experiencia y conocida personalidad descontracturada. También porque cuenta con el apoyo inicial de Flavio Briatore, ahora el jefe absoluto en Alpine y quien lo trajo al equipo. El italiano ya le mostró un cuidado que nunca tuvo con Doohan, al sugerirle a Franco reducir su participación en las redes sociales. Pero ojo, a no confiarse, porque el autoritario Flavio no es hombre de amores eternos y ya avisó que si un piloto no tiene resultados, no duda en echarlo. Un duro proceder que ya padeció José María López en la época de su frustrado intento de llegar al equipo Renault. Que no se repita con Franco.