Las recomendaciones de un coach para tres pilotos en apuros

Norris, Hamilton y Doohan, autocriticas alarmantes. Lewis por debajo de las expectativas y desorientado, Norris superado por Piastri y su negatividad y Doohan, intrascendente.

La Fórmula 1 es un crisol donde el talento puro se mide no solo contra el cronómetro, sino también contra la inmensa presión psicológica, la adaptación tecnológica y la dinámica de equipo. Esta temporada, tres pilotos de perfiles muy distintos –un campeón consagrado, una estrella en ascenso y un debutante– están navegando aguas turbulentas, ofreciendo un fascinante estudio de caso desde ambas perspectivas: la técnica y la mental.

 

Lewis Hamilton: El Enigma del Campeón Desorientado

Desde un punto de vista técnico, la situación de Lewis Hamilton en Ferrari es desconcertante. La disparidad de rendimiento con su compañero, Charles Leclerc, resulta inexplicable. Leclerc ha demostrado consistentemente que el SF-75 es un coche capaz de luchar por podios, como en Arabia Saudí, aunque no por victorias. Que Hamilton, con su vastísima experiencia y siete títulos mundiales, no solo no encuentre el ritmo, sino que admita abierta y literalmente no entender por qué es tan bajo su rendimiento conductivo alimenta una posible depresión. El gesto de sentirse sin recursos, lleno de dudas que se le vio en las conferencias de prensa tras las pruebas de clasificación y la carrera en Arabia fue toda una revelación. Como si hubiese un antes y un despues, con el reconocimiento interno de que su carrera deportiva ya está al borde del precipicio.

La sangría en clasificación, que ya sufría en 2024 ante a George Russell en Mercedes y que ahora se repite ante Leclerc (pierde 4-1), sugiere una dificultad fundamental para extraer el máximo del coche a una vuelta, un pilar clave en la F1 moderna. De poco consuelo sirve su inesperada victoria en la “sprint” de Chin. Técnicamente, la telemetría comparada con Leclerc debe mostrar diferencias claras en puntos de frenada, velocidad en curva y aplicación del acelerador, pero la incapacidad de Hamilton para identificar la causa raíz de lo que hace o siente es lo más preocupante para el equipo.

Un coach deportivo o un psicólogo deportivo podrían pensar que se está ante un posible caso de crisis de confianza y bloqueo mental. La frustración de Lewis es palpable. Cuando le preguntaron que necesitaría para reconducir su situación contestó: “Necesitaría un trasplante de cerebro», una hipérbole que denota desesperación.

Admitir la dificultad es un paso, pero la falta de un camino percibido hacia la solución puede generar un ciclo de negatividad. ¿O es que a los 40 años ya ha perdido una cuota de sensibilidad y velocidad de proceso de los datos que le transmite el coche?

Lewis necesita redescubrir la «conexión» con el coche, y eso a menudo empieza por liberar la mente de la presión del resultado.

 

Lando Norris: La autocrítica destructiva

Lando Norris es un talento inmenso, con una velocidad intrínseca incuestionable al volante. Sin embargo, en esta temporada de 2025 Lando parece más irregular, especialmente en clasificación: «Hago mi vida demasiado difícil los sábados» -reconoce. El choque contra los muros de la curva 5 de Jeddah en la Q3, tras el que se autocalificó de “maldito idiota” («fucking idiot», en el original en inglés), muestra honestidad, pero también refuerza su constante e innecesaria tendencia a la autoflagelación. Su admisión de sentir falta de confianza, lo que ya habia manifestado incluso antes de llegar a Arabia Saudí, sugiere que el problema no es puntual, sino una sensación subyacente de no estar completamente «conectado» con el coche.

La situación de Norris es delicada a nivel mental. Su nivel de autocrítica puede volverse destructivo si no se maneja adecuadamente, erosionando la autoestima y llevando a «bajones anímicos» que quitan sensibilidad y velocidad.

El objetivo sería canalizar esa autocrítica hacia un análisis objetivo y constructivo: ¿Qué exactamente salió mal en esa vuelta sabatina? ¿Fue un error de juicio de su mente impactar contra el “pianito” que le mandó contra las paredes?

Su propósito verbalizado de «trabajar los sábados» es correcto desde el punto de vista estratégico, pero debe ir acompañado de un trabajo mental para abordar las sesiones de clasificación con una mentalidad más equilibrada, aceptando que los errores pueden ocurrir, pero sin dejar que definan su capacidad o su fin de semana.

 

Jack Doohan: La Presión del Debutante y la Sombra del Compañero

Jack Doohan enfrenta el desafío arquetípico del rookie en F1, exacerbado por estar en un equipo, Alpine, que ha tenido sus propias dificultades. Técnicamente, aunque ha habido «destellos de velocidad» y una mejora en sensaciones, los resultados tangibles no llegan. Es el peor de los rookies hasta este momento.

La comparación directa con su experimentado compañero, Pierre Gasly, es brutal y reveladora. Las 6 décimas de diferencia en Q2 en Bahréin y las 3 décimas promedio por vuelta en carrera son márgenes significativos en F1, dos accidentes y la falta de puntos aumentan la presión. Técnicamente, necesita trabajar en la consistencia, gestión de neumáticos y, sobre todo, en entender cómo extraer el máximo del coche vuelta tras vuelta, acercándose a la vara de medir que representa Gasly.

Desde la perspectiva del coaching, Doohan está bajo una presión inmensa. No solo por la exigencia intrínseca de la F1, sino por la comparación constante con Gasly y la presencia amenazante de un piloto reserva como Franco Colapinto. Las declaraciones de Doohan dudando de sí mismo en Arabia Saudí son una señal de que la presión está haciendo mella. Como coach, el enfoque sería fortalecer su resiliencia mental y autoeficacia. Ayudarle a centrarse en su propio progreso, establecer objetivos realistas y alcanzables, y celebrar las pequeñas mejoras. Necesita construir una narrativa interna positiva, enfocándose en el aprendizaje y el desarrollo, y no dejarse consumir por la comparación externa o la especulación sobre su asiento.