La sensación de la semana que termina ha sido, sin ningún tipo de dudas, el despido con efectos inmediatos de Christian Horner después de veinte años al frente del equipo de la bebida energética.
Un verdadero terremoto. Clamoroso e imprevisto, pero que se ha ido cocinando a fuego lento desde el “sexgate” de inicio del 2024, pero incluso de antes. ¿Qué es lo que ha impulsado a los propietarios de Red Bull a tomar esta decisión en este momento?
Los motivos son varios. La falta de competitividad en un clima interno muy deteriorado, con salidas de personal clave que han creado un clima de incertezas técnicas de cara al futuro. Hasta el punto de que su joya de la corona, Max Verstappen, está en peligro de cambiar de aires. ¿El adiós de Horner frenará los planes de cambiar de equipo de Max o es la confirmación de que está con los pies fuera de Red Bull?
Una cosa es segura, el despido de Horner no ha sido una mala noticia para el clan Verstappen. El padre de Max, Jos, ya se había mostrado muy beligerante con el dirigente británico a raíz de los hechos de 2024 cuando estalló el escándalo del “comportamiento inadecuado” de Horner con una empleada. La encuesta interna exculpó al Team Principal, que mantuvo su posición dentro del equipo. Esto no impidió que Max ganará su cuarto mundial, a pesar de que Jos manifestará: “Si Horner sigue, el team explotará”. El tiempo le ha dado la razón; aquel escándalo creó diferentes facciones dentro del equipo, incidiendo negativamente en toda la organización.
Pero, como decía al inicio, este no es el único tema que, de una manera u otra, ha tenido que ver con el adiós anticipado de Horner. La fuga de personal clave ha creado una incerteza técnica en la propiedad y en el propio Verstappen.
Rob Marshall pasó a McLaren con los resultados que estamos viendo; eso sí, su marcha se produjo antes del “sexgate”, pero después llegó el adiós de Adrian Newey (Aston Martin), el director deportivo Jonathan Wheatley (Sauber/Audi), el jefe de estrategia Will Courtenay (McLaren). Los sustitutos no han dado el resultado esperado, sumiendo al equipo en una crisis técnica, solo maquillada por el magistral Verstappen.
No pasa día que otros técnicos busquen nuevos horizontes lejos de Milton Keynes. Un ejemplo: el nuevo equipo Cadillac, que debutará en 2026, está contratando 60 personas al mes y la mayoría provienen de Red Bull.
Pero el pecado capital de Horner se produce antes del escándalo sexual. Antes del fallecimiento de Dietrich Mateschitz, este inició conversaciones con Porsche que junto Audi confirmaron su entrada a la F1 en función del reglamento que entraría en vigor en 2026. Así como Audi entraba comprando un equipo (Sauber), Porsche quería entrar en alianza con un equipo de primer nivel, Red Bull. La condición era un acuerdo societario del 50% por ambas partes. Horner dinamitó el acuerdo. Tenía miedo de que la entrada de los alemanes redimensionara su posición en Red Bull. Su ambición de poder, después del fallecimiento del fundador, llegó al punto de convencer a la Junta de Administración de crear su propio motor para 2026. Posteriormente se filtraron los WhatsApp de la discordia…
De todos modos, se pusieron las bases para crear la Red Bull Powertrains. Millones de dólares invertidos y un motor que, por el momento, genera muchas dudas. Quizás Dietrich Mateschitz tenía razón y lo más factible era un acuerdo que financieramente y técnicamente hubiera favorecido el futuro de Red Bull. Solo el tiempo lo dirá, pero como decía al inicio, este es un despido que se ha cocinado lentamente, aunque las formas y el momento nos hayan sorprendido. El broche final: la decisión de Max de seguir o ir a Mercedes, ¿llegará en el GP de Bélgica?