HAY LUGAR PARA LAS LÁGRIMAS EN LA FÓRMULA 1

El desconsolado llanto de Isack Hadjar al no poder largar en Australia demostró que la condición humana no ha desaparecido de una Fórmula 1 cada vez más tecnológica y frívola

“Si querés llorar, llorá…”, proclama, con casi tono de orden, Moria Casán en una de sus tantas frases de su vasto repertorio mediático.

No sabemos si realmente Isack Hadjar habrá querido llorar o no, al ver que por un error propio en la vuelta de formación del Gran Premio de Australia no podía integrarse a la grilla y quedaba derrumbada de una manera vergonzante (trompo, despiste y golpe contra las vallas) su ilusión de debutar en la Fórmula 1.

Si, parece claro que esas lágrimas resultaron un escape a esa tremenda frustración que además de lo deportivo, personalmente lo expuso ante millones de televidentes. Se entiende esa reacción en un jóven de 20 años. No es para condenar. Le puede pasar a cualquiera y sobre todo en las adversas condiciones climáticas que presentaba la pista. Lo demostraron poco después, ya en carrera, los despistes de Carlos Sainz y Fernando Alonso, los veteranos españoles con cientos de Grandes Premios sobre el antiflama.

En un ambiente como el de la Fórmula 1, tan tecnológico, frívolo y carente de emociones, valen estas lágrimas de Hadjar como reflejo de algo que muchos olvidan; los pilotos son seres humano más allá de su condición de superestrellas del deporte y de manejar autos a casi 400 Km/h. Y esa humanidad implica sentimientos. Algunos lo disimulan más otros menos, pero todos lo tienen.

También dentro del entorno de la Fórmula 1 son para destacar las muestras de apoyo que Hadjar recibió de Anthony Hamilton, el padre de Lewis, del mismísimo director de Liberty Media, Stefano Domenicali y de Peter Bayer, su jefe en Racing Bulls. “Esto significó mucho para mí porque ellos entendieron perfectamente cómo me sentía y me consolaron en el peor momento”, reconoció Hadjar, que a fines del 2024 pasó otro duro momento en Abu Dhabi al quedar detenido en la largada de la carrera en la que se jugaba la posibilidad de ser campeón de la Fórmula 2. “Eso fue duro, pero lo que me pasó en Australia me afectó mucho más”, puntualizó el piloto franco argelino.

Hubo otras visiones menos contemplativas. No podía faltar la de Helmut Marko, el asesor deportivo de Red Bull. No fue tan duro como otras veces, pero mandó lo suyo al calificar como “un poco vergonzosa” la situacón vivida por Hadjar. “No hubiese llorado”, teoriza Ralf Schumacher, mientras que Heiki Kovalainen considera que “llorar no ayuda en un deporte donde la tensión mental tiene que ser muy alta”.

No es tan así. Llorar sirve porque no siempre es una muestra de debilidad y hacerlo ayuda a descargar tensiones y angustias. Hadjar lo hizo y por eso encara más tranquilo el fin de semana en China.