Por Alberto Oscar Juárez
Max Verstappen sigue acumulando argumentos para ocupar un lugar entre el top cinco de los mejores pilotos de la historia en la Fórmula 1. En el fin de semana de Japón escribió uno de los más brillantes para ello. Suzuka es uno de los trazados más complejos de resolver para los técnicos y más difícil de transitarlo en modo perfecto para el piloto.
La continuidad del sinuoso en constantes cambios de dirección a mediana y baja velocidad, que recomienda transitar la curva lo más rápido posible sin recurrir al freno ni acelerador cuando se transfiere la carga, para poder acelerar en los pequeños sectores de enlace, es una invitación constante al error de conducción.
Clave en todo momento, pero especialmente en la curva previa a la recta donde se lograba la máxima velocidad de punta superior a los 330 Km/h. Max Verstappen con un setup aerodinámico de baja carga asumió el compromiso para una vuelta de clasificación memorable qué le permitió doblegar a los McLaren de Lando Norris y Oscar Piastri quienes siguen siendo el parámetro de performance.
Observando la cámara de a bordo en esa vuelta (de Verstappen) es un ejemplo brillante de conducción en la complejidad del tránsito del sinuoso y acción de frenado, previo a los sectores rectos para acelerar antes y alcanzar en menos tiempo la mayor velocidad.
La telemetría de los parciales confirma la perfección de la vuelta y cómo frenando unos metros antes, y corrigiendo con acelerador la subvirancia en el centro de curva previa a la recta, descontó la diferencia con los Mc Laren y ganó la clasificación.
Hasta ahora, sigue siendo el mejor de esta generación de pilotos pero, también somos consciente que como Verstappen, lo mismo podremos ver en un futuro de Lewis Hamilton intentando aportar sus conocimientos de casi veinte años para poner a punto las «indomables» Ferrari y destacarse con su talento por sobre la mecánica y demostrar que el hombre -piloto- consigue a veces ser más que el auto en una Fórmula 1 tecnológica.