Era imaginable que produjeran variedad de opiniones las revolucionarias modificaciones, propuestas por Stefano Domenicali, desde su lugar de presidente de la Fórmula 1, planteó ante la Federación Internacional del Automóvil (FIA) sobre el desarrollo de los futuros campeonatos de la Fórmula 1.
Entre los pilotos y directores de equipos, principales afectados o beneficiados, hubo diferentes posiciones sobre esos cambios, que incluían menos cantidad de grandes premios, aumento de los Sprint e inversión de las grillas en sus primeros lugares. Prevalecieron las contrarias, especialmente del lado de los corredores. Era esperado.
En cambio, sorprendió, la posición tomada por el presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem. El dirigente emiratí se manifestó en contra de los cambios y dio sus argumentos.
«Stefano es un buen amigo. Hablamos cinco veces por semana, así que entiendo perfectamente lo que quiere decir comercialmente con más carreras. Sin embargo, siempre tengo en cuenta la carga adicional que supone para nuestro personal. Ya viajan mucho, y es muy agotador conseguir más carreras. Además, hay que preguntarse si es bueno para los equipos», es el cuestionamiento inicial de Sulayem, que se amplía al señalar que «el deporte no puede basarse únicamente en el espectáculo. Hay múltiples intereses en juego».
Los argumentos de Sulayem siguen: «No se trata solo del aspecto comercial, sino también del deportivo. Si ambos aspectos se equilibran, se tiene una base sólida. Si solo se centra en el aspecto deportivo, se producen problemas comerciales, y viceversa», advierte el dirigente de la FIA, ante la idea de sacar del calendario circuitos clásicos como Imola, Zandvoort y Barcelona, y poner trabas para el retorno de África.
«No podemos olvidarnos de las carreras en Europa. Allí es donde nació la categoría y donde se producen todas las novedades y las cosas son más accesibles. Y en cuanto a África, creo que merece una carrera, aunque la incógnita es saber si podrá sostenerla económicamente», dice Sulayem, quien muestra su satisfacción por haber impulsado la incorporación de Cadillac, como décimo primer equipo, frente a la fuerte resistencia de la F1 y la mayoría de los Constructores.
«Al principio me sentí como que había cometido un delito, pero después sonreí satisfecho. Trabajé durante dos años en ese proyecto porque creo que es más importante tener más equipos que más carreras. Con más equipos, también conseguimos una base más sólida», explicó.
Más terminante fue su desagrado ante la posibilidad de invertir grillas para contrarrestar la superioridad de los mejores: «A veces me preguntaban: ¿No puedes hacer algo para que Max ya no gane tanto? Les contestaba: preguntándoles ¿Cómo puedo castigar el éxito si querían que los mejores queden atrás y los más débiles adelante. Mejoren. Cualquier cosa que hiciese sería injusta…», cuenta Sulayem.
¿En qué terminará este cambio de opiniones entre estos dos personajes con tanto peso en las decisiones de la Fórmula 1?





