ANTONELLI RECONOCIÓ QUE NO PUSO TODAS SU ENERGIAS EN EL MERCEDES

El piloto italiano confesó que Imola fue su peor carrera, porque más allá de su abandono, repartió sus energías en actividades paralelas a la conducción de su Mercedes Benz.

A diferencia de otros deportes, ser local es una situación que no influye demasiado en el automovilismo. Por más que lo acompañe el aliento de todo un autódromo, un piloto no incrementa sus chances a la victoria si no tiene un buen auto y, obviamente, talento conductivo.

Por el contrario, ese acompañamiento, genuino y con buenas intenciones, suele perjudicar. Por la presión especial que le crea al piloto y por una serie de actividades extras, que por esa condición de local, debe cumplir. Fresco ejemplo es Kimi Antonelli, con su actuación en el Gran Premio de Emilia Romagna en Imola, la primera carrera que el joven italiano de 18 años disputó en su país.

“Fue mi peor fin de semana”, admitió Kimi en un concepto que no sólo abarcó su abandono por un problema en el acelerador de su Mercedes Benz, sino también su actuación general que en pruebas clasificatorias lo vio en un opaco decimotercer lugar.

“No manejé muy bien toda esa energía que recibí de la gente. No estaba relajado, no pude concentrarme totalmente y manejé muy tenso“, contó Antonelli en un reconocimiento de lo mucho que lo afectaron las actividades especiales que afrontó durante el fin de semana. ”Atender esas actividades me hizo desperdiciar energías y esto afectó mi rendimiento sobre el auto”, se sinceró Kimi.

Entre esas actividades que distrajeron a Kimi estuvo su llegada al circuito con 100 platos de lasaña que repartió entre los integrantes de su equipo y la atención que le dispensó a su familia y sus compañeros del colegio secundario. Todos fueron invitados especialmente por Kimi en un gesto elogiable desde el punto de vista humano, pero contraproducente para la absoluta dedicación que exige una carrera de Fórmula 1. También contribuyó a esta desconcentración de Antonelli las múltiples notas, mayores a las habituales, que debió conceder a las transmisiones televisivas, los encuentros con distintas personalidades del deporte italiano, entre ellos Valentino Rossi, y la atención a la gran cantidad de tifosi, que rodearon su box.

Casualmente o no, estas actitudes de Kimi coincidieron con la ausencia de su jefe Toto Wolff, quien se encontraba en Los Angeles para asistir a la graduación de su hijo mayor. Esto no quitó que se viera algún rostro de desagrado en el box de Mercedes Benz. El de Gwen Lagrue, jefe del desarrollo de pilotos de Mercedes Benz, fue uno de esos y no se lo vio contento con esos eventos paralelos.

Crítico e irónico, como muchas veces, Jacques Villenueve tuvo esta particular opinión sobre lo sucedido. ”Es gracioso, Kimi se equivocó porque trajo a su familia y amigos a la oficina. En ningún trabajo, y menos en la Fórmula 1, vos poder traer a la oficina a tu familia y amigos…”

Por suerte, Kimi dice haber tomado nota de toda esta experiencia, lógica para sus jóvenes 18 años. “Aprendí la lección y para la próxima carrera que corra en Italia las cosas serán diferentes”, avisa. Que así sea porque, como bien le aconsejó Valentino Rossi, “con todo lo que pasó, tenés que empezar a decirle no a algunas personas…” Un acertado consejo no sólo para la Fórmula 1 y sino también para la vida.